
Julio Ramiro Sanín Aguirre. Medico Ortopedista Universidad de Antioquia. Secretario de Salud. Director del Hospital San Vicente de Paul. Director Pensionados Hospital San Vicente de Paul. Gerente de la Clínica de Ortopedia El Estadio. Profesor Universitario de las Universidades: Ces, Pontificia Bolivariana y de la de Antioquia.
Asistente al Taller de escritores de Comedal.
EL EDÉN
En Armenia, Quindío, existe una finca muy bonita que se llamaba el Edén. Situada entre dos ríos: El Tigre y El Eufrasio. El nombre de este último fue extraído de un personaje, de una novela costumbrista, de una distinguida escritora envigadeña.
Su historia se remonta, a los inicios del siglo veinte cuando don Marceliano Tobón viajó a Sonsón y consiguió, una concesión de los hermanos Zulema (pero no los del vallenato, que son otro cantar) para colonizar unas tierras, cedidas a ellos, por un edicto del virrey Mon y Velarde
Don Marceliano era muy joven, chiquito pero guapito. Al verlo los Zulema, y detallar su talla, riendo y tomando aguardiente, dijeron:
–Ese no llega a ningún pereira-,
Y de ahí viene el refrán, para el que no es capaz de hacer algo.
Don Marceliano, salió con su familia, menaje, unas cuantas morrocotas y quince mulas con herramientas y comida. Y ¡sí!, llegó a Pereira, la pasó, y se dijo,
–Bobos los colonizadores fundando en faldas y cañadas. Yo si me voy para El Edén,
Y fundó una gran hacienda, de jijuemil hectáreas. Si hay que corregir… no son los hermanos Zulema son los hermanos Zulema….
Esta pasó por muchas manos, una de ellas, la de un señor de Rionegro, de El Tablazo, criado en Envigado, hijo de una maestra rural. Don Pedro Pablo Escobero, que lo apodaban el patrón, y que amasó una gran fortuna con el negocio del coco y las cocadas (“Panelitas Don Pablo”) que fueron un éxito en USA, y los gringos se morían de la dicha consumiéndolas. Dicen que la pagó con dos barriles de dólares, los cuales, sin los dólares, están en la portada de la hacienda junto con la primera avioneta que llevó cocadas a USA.
Pero retomemos el presente. El propietario de la hacienda, Juan de Dios Restrepo, la tenía muy bien montada, con una característica, cuando fue de Don Pablo, este tenía muchos animales exóticos y algunos quedaron libres y salvajes. Hipopótamos, rinocerontes, En las tardes, se oía la cabra balar, la hiena reír, el rinoceronte baritar y las guacamayas clamorear.
En resumen: ¡qué nombre tan bien puesto, el de esa finca¡
Don Juan de Dios buscó y colocó un mayordomo bien recomendado: Jairo Adán Ochoa, casado con Eva Lía Giraldo.
Jairo Adán se distinguía por feo. Le decían “el barroso”, porque así lo fue en su juventud. Parecía sacado de una pelota de barro.
Eva Lía, como cosa curiosa, era una mamacita, morena clara, bien formada, pelo negro, ojos grandes. Parecía sacada, de un restaurante -Tony’s Rib- (costillas de Tony)-, y todos los que la veían, no pensaban si no en lo buena que estaba. Como para chuparse los dedos.
Juan de Dios apreciaba a J Adán, que manejaba bien la finca. Y al contratarlo, le puso dos condiciones.
–Mira Adán, ahí junto al río hay un manzano muy fino, está en la primera cosecha, no me lo toques, no vas a coger manzanas, y cuidadoso con comerte una porque me embejuco, y te echo. Oites.
–Si señor.
-Y con el rinoceronte, que quedó (que era propiedad exclusiva de don Pablo), que es muy bravo, mucho cuidado, que embiste. No me lo toques, que soy el único que tengo finca con rinoceronte.
–Si señor.
El tiempo transcurría, Adán y Eva vivían en armonía y paz. Se reprodujeron. De esta unión nacieron inicialmente dos hijos. El mayor Jhon Jairo, que le salió parrandero, mujeriego, peleador, mal trabajador y el pueblo lo apodaba Caín. Y Abel Antonio, que era un lujo de muchacho. Sabía todo lo de la finca, y además era muy versado: estudiaba bachillerato por Radio Sutatenza. No bebía, no jugaba, muy cariñoso con Adán y Eva, pero si tenía su pero: oía mucho vallenato en su radio y todos los partidos del DIM. “Nadie es perfecto”.
Ya grande, le apareció un hijo a Adán, un tenista, que le decían -Set-. Fruto de un “rapidito” de Adán con una mesera Pereirana en su juventud.
Una tarde después de almuerzo J Adán le dijo Eva Lía:
–Negra, demos una caminada hasta el río, acompáñame, a ver los potreros de abajo, lleva el chinge que hasta nos bañamos.
–Espérate, yo hago un fiambrecito.
A lo cual Adán le contestó:
–Boba, que pereza cargar talegos, regresamos, y nos comemos unos frijolitos con chicharrón, con hartas ganas.
–Bueno mijo.
Caminaron por los prados, llegaron al río, se bañaron en el charco y al atardecer, ya de regreso, vieron al rinoceronte que los vio a ellos, y los carrerió.
Con la fuerza que da el peligro, en veloz carrera, lograron llegar al manzano, y se treparon en él. Y el rinoceronte, en la base, dándole cornadas al tronco, escarbando, y baritando. Y no se iba.
Al amanecer, el hambre los tenía acosados y Eva le decía, ves por no dejarme traer los fiambres.
Para donde miraban, veían las más suculentas manzanas y su olor los embriagaba.
De pronto Eva le dijo a Adán:
–Mira para la rama de arriba, esa culebra comiendo manzana cómo está de contenta, se ríe. Mírale los ojitos, está feliz.
–Yo no sé vos, pero yo si me voy a comer una.
Y taque se la comió en un dos por tres, y repitió.
–Papito que ricura, dijo Eva, comete una, que vieras como me puso.
–Y si se entera don Juan de Dios nos hecha. Respondió Adán.
–Bobito que cuentan se va a dar, y te digo que estoy más contenta que un contento. Veo los colores, oigo el trino de las aves, olfateó los aromas del campo, me provoca bailar, y entre nos, estoy un poquito arrecha.
Adán comió. Y se metió, en la traba en la cual estaba Eva. Cantaron, se rieron hablaron y hasta se dice, que hicieron el amor. Pero que incomodidad, en una rama.
Después de dormir la traba (*), miraron al piso y el rinoceronte se había ido. Bajaron, y regresaron a la casa, muy preocupados que Juan de Dios supiera lo que habían hecho.
Precisó, a los ocho días, llegó Juan de Dios muy bravo en un helicóptero, con un exguerrillero, Miguel Arcángel. Muy conocido por furioso y portar un machete de plata con cacha roja.
Como en esta tierra no hay nada oculto, se supo por la región de la trepada al manzano. !Qué guachafita la que se armó¡. Y como desobedecieron a la orden que don Pablo les había dado, se cumplió al pie de la letra lo que les dijo:
–Te largas de aquí, a ganarte el pan con el sudor de la frente. Lárgate pa’ la costa, o donde te dé la gana. Te doy media hora antes Miguel Arcángel te saque a planazos de aquí.
Y salieron como habían entrado. Con una mano adelante y otra atrás.
Amén.
(*) “Una comisión alemana, estudio el manzano en el instituto Goethe de Berlín y encontraron, que esta planta era una variedad única posiblemente desarrollada en un laboratorio con patrocinio de Don Pablo el vendedor de cocadas. Pues poseían, una sustancia llamada MANZANABINOL, con un alto poder alucinógeno. Lo cortaron lo quemaron encalaron sus raíces y el informe lo titularon: Estudio sobre el árbol del bien y del mal, en Colombia Quindío Finca el Edén.
DEL SANTORAL
Rivillas era cansón y conchudo. Aprendió el camino de la casa de Walter. La última vez que había ido, quedó medio caído con Reina, por la rasca que se había pegado. Pero como buen pegajoso, se hizo el bobo y apareció un día a las cuatro de la tarde en casa de Walter.
-Vos por aquí otra vez?, le dijo Walter al abrirle la puerta.
-Entrá pendejo. Pero eso sí, ni una gota de alcohol.
-Tranquilo Walter, con un alguito cumplís. Y, ¿qué estás haciendo que veo tanto libro regado?
-Pues esto es lo que me quedó después del tsunami del divorcio, y lo estoy organizando.
-Y los que están en la mesa los estabas hojeando cuando llegué? ¿Qué son?, ¿de que tratan?, si no soy muy metido.
-Uno, es un tomo de la vida de los santos (los otros tres se perdieron), y el otro, es de mitología griega.
-Y ¿no es pecado leer este último libro?
-No bobo, si son muy parecidos. El de los Santos, es muy bueno para los nombres. Ideal para una compañera del taller, que escribe sobre ruralidades y es la macha, para los nombres.
-Te digo algunos, como ejemplos: Basilio, Genoveva, Simeón, Epifanía, Raimundo, Severino, Eulogio, Teodosio, Arcadio, Hilario, Félix, Macario, Fabián, Idelfonso, Tito (San Tito), Fulgencio, Cirilo, Metodio, Macario, Policarpo, Casimiro, Felicidad, Perpetua, Eulogio.
-Y eso, entre sacando de enero a marzo, hay muchos más. Entre estos podemos reconocer algunos, porque era costumbre ponerle al recién nacido el nombre del santo del día en que nació.
-Por ejemplo: yo nací, el cinco de noviembre y para la fecha me correspondía Sacarías. Pero para evitar que me tomaran del pelo, diciendo que mi hermano sería San Meterías (San Sacarías y San Meterías), no me bautizaron con este nombre.
Revillas sonrió.
-Y lo de la mitología ¿qué?
-Sabes, hay cosas muy parecidas, a unos les ayudaban los Ángeles, o mi Dios directamente, y, a los otros, los dioses del Olimpo.
-Uy, vos sí que sabes maricadas.
-Que no digas palabras que se emberraca Reina- dijo, Walter –
-Mirá, ahí viene con Chocolatito y parva.
-Buenas tardes señor Rivillas -Dijo Reina.
-Buenas doña Reina, que gusto verla.
Se sentaron a la mesa, y Rivillas que era maleducaongo dijo:
-Walter, este chocolate está tibio, me lo calentas?
-No negro, Reina dice, que si el chocolate está muy caliente comes mucha parva. Ya te conoce y nos dejas sin nada para el desayuno.
-Bobo, pásame, pues, otro pandequecito.
– Leamos pues uno de los Santos.
-San Casimiro de Polonia:
Hacía milagros, a una señora se le murió su hija Úrsula; llorando, fueron a su tumba, lloraron y rezaron y cuando regresaron encontraron a Úrsula comiendo, comiendo, y comiendo. Murió de obesidad mórbida meses después. Es la Santa de los gorditos.
-Felicidad y Perpetua:
Eran más bien bonitas y las escogieron para salir en el circo romano vestidas como sibilas paganas; pero ellas dijeron, ni por él chicas.
-Ah entonces salen en pelota.
-Atrévanse si puedes. Y no pudieron.
Entonces las tiraron con la ropa que traían, y les echaron una vaca brava que la envistió y córneo, pero estas caían y recomponían sus vestidos para no exponer su desnudez. Ante este hecho la muchedumbre pidió indulto no de la vaca, si no, de ellas y la soltaron.
Pero siguieron reveldonas. Un día, les dijeron que hicieran sacrificios a los dioses romanos, y ellas contestaron: ¿por qué?, si nosotras somos cristianas.
-Ah, bueno, entonces, morirán, dijo el pretor.
Pero esta vez no se las echaron a las fieras: la vaca, no les había hecho ni cosquillas. Y decidieron decapitarlas. A Felicidad se la cortaron de una. Pero el verdugo de Perpetua era bisoño y no se la cortaba. Entonces, ella cogió la espada se la puso en la nuca y le dijo: cortá por ahí chambón.
Y, taque. Quedó de santa de una (los mártires subían directo al cielo).
Walter -dijo Rivillas-, eso está como cansón. Pasame ese pandequeso que sobró, y hablemos de otra cosa.
-Eso será otro día negro. Te tenés que ir, porque yo voy p´al catre, a ver la telenovela con Reina.
Julio Ramiro Sanín
El Retiro, agosto 17 2020