34 – Albeiro Caro Fernández

Entreveros de utopías y distopías

Este inolvidable 2020, en apenas cinco meses de trayecto y con cola del 2019, nos ha traído conatos de guerra en el medio oriente, tras el asesinato del General Iraní Qasem Soleimani, junto al líder miliciano irakí Abu Mehdi al Muhandis, por medio de un misil norteamericano en el aeropuerto de Bagdad-Irak, más de 4,5 millones de incendios forestales en Australia, América, especialmente, en la Amazonia, en el Ártico, en África y Europa. Así mismo, el conflicto petrolero entre Arabia y Rusia que ha llevado al precio del barril, incluso, a niveles de cotizaciones negativas a finales del mes de abril, por no haber dónde almacenarlo.

Pero, sin duda, el hecho que ha roto todos los récords es el relacionado con la pandemia del Coronavirus, declarada por la Organización Mundial de la Salud –OMS–, tras la propagación del virus por los cinco continentes, especialmente, en China, Europa y América, lo que viene generando un nuevo escenario de regulación de las dinámicas de relacionamiento social.

Las cuarentenas, como técnicas de aislamiento para contener la expansión de enfermedades cuando la medicina no tiene capacidad de respuesta, nacieron en la Edad Media, en el siglo XIV, posterior de la Peste Negra. Hace 100 años, este método también fue utilizado para evitar la propagación de la llamada gripe española de 1918 que mató entre 40 y 100 millones de personas en el mundo. Con la cuarentena se implementaron en esa época las medidas de aislamiento de los afectados, la promoción de la higiene personal y el cierre de lugares públicos, naturalmente, con costos muy altos para la sociedad.

Con los antibióticos y vacunas, las cuarentenas parecían cosa de otra época. No obstante, el cambio climático, el calentamiento global, el derretimiento de casquetes polares y el efecto invernadero ya anunciaban la proliferación de virus y bacterias, así como la reedición de epidemias que, como la viruela se consideraban problema superado. El siglo XXI trajo epidemias de neumonía, SRAS, ébola, chikunguña y dengue, con numerosas defunciones, especialmente en países del tercer mundo, sin que se ahondara en soluciones proactivas para controlarlas.

Ahora, en medio de la ansiedad y el desafío en materia de cambios de costumbres, de dinámicas de relacionamiento social y de cotidianidad afloran multiplicidad de hechos noticiosos, interpretaciones, medidas y contramedidas e, incluso, planteamientos de demandas ante tribunales, particularmente contra China, en razón, según sus críticos, de no haber informado a tiempo acerca de la propagación del coronavirus en la ciudad de Wuhan, en China central.

Sin embargo, sin pretender ahondar en temas sanitarios, que son más propios de epidemiólogos y profesionales de la salud, también es importante analizar que los gobiernos de Europa y América fueron pasivos frente al control de sus fronteras y solamente reaccionaron con medidas de confinamiento social cuando ya la pandemia se extendía a través de los distintos continentes.

En la dinámica internacional, toda problemática de índole económica, social, ambiental o sanitaria, como en este caso, se torna en conflicto geopolítico, máxime cuando se relacionan actores de poder emergente como China o declinante, como la Unión Europea o Estados Unidos.

Por parte de China y Asia en general, como afirma el filósofo surcoreano Byung-Chul Han (22,03,2020), parece que hay mejor control de la pandemia. Los casos de infección en Hong Kong, Taiwán y Singapur son más bajos que en Europa. Incluso, China ha logrado un control mayor. Esto ha incidido en el éxodo de chinos y coreanos que se sienten más seguros en sus países de origen. A la par del cierre de fronteras, de carácter reactivo, para impedir la entrada de extranjeros, no se prohíbe la salida de europeos para proteger al mundo. Tampoco se afianzan los lazos de cooperación. Por el contrario, se estigmatiza a españoles e italianos, que solamente reciben la expresión de solidaridad de Portugal, país que ha sabido controlar el ingreso de la pandemia a su territorio, con la unidad en lo básico del gobierno y de la oposición en la aplicación de medidas de control, a la par que desde el gobierno portugués se demanda de los bancos que sirvan a la reactivación de las empresas sin esperar ganancias en 2020 y 2021, con la clara conciencia de que la supervivencia empresarial es la supervivencia de la banca.

Por su parte, es evidente la pérdida de liderazgo de Estados Unidos bajo la conducción de Donald Trump. Aparte del negacionismo inicial de su gobierno frente a los riesgos del coronavirus y de sus posteriores medidas de quitar la financiación a la OMS, Estados Unidos se ha convertido en el país con el mayor número de fallecimientos, con más de 70.000 víctimas, mientras que la Universidad de Washington estima que el número de muertes llegará a cerca de 135.000 en agosto en ese país, lo que puede significar un incremento de decesos de 3.000 por día para el 1.º de junio. Entre tanto, pasan de treinta millones las personas que acuden al subsidio de desempleo, a raíz de la pérdida de sus contratos laborales en ese país.

Como afirma Cañada (05,05,2020), “la pandemia multiplica la penuria y hunde en la miseria a millones de trabajadores que ni en sus peores pesadillas se imaginaron tener que recurrir al auxilio de los alimentos públicos”.

En América Latina, el confinamiento se realiza en paralelo con el hacinamiento, con la carencia de agua potable, con la precariedad, el desempleo, la informalidad y el hambre en infinidad de barrios populares de las distintas ciudades y países. En Brasil, el negacionismo del presidente Bolsonaro choca con la férrea oposición de los gobernadores y alcaldes de la mayoría de los Estados y ciudades. Manaos, la ciudad más grande del Amazonas y séptima en tamaño del país, se ha convertido en foco de la pandemia. Sus habitantes cavan fosas comunes o zanjas para enterrar diariamente cientos de cadáveres. Temen convertirse próximamente en otro Guayaquil, ciudad ecuatoriana de las más golpeadas de Suramérica, ante la incapacidad gubernamental para proteger a sus ciudadanos. Es dramático que el coronavirus haya entrado al Amazonas afectando a la población indígena.

Pese a la imprecisión de las cifras, Brasil tiene alrededor de 92.000 casos confirmados de personas afectadas y más de 6.500 muertes, lo que coloca a Brasil por delante de China en niveles de afectación. A esto se suman la pobreza, la desnutrición y el desplazamiento, frente al abandono gubernamental.

De manera general, en medio del confinamiento, la precariedad del sistema de salud y la escalada de fallecimientos, América Latina entra en la peor crisis económica de su historia. Se estima una caída general superior al 5% del PIB; se cae el precio del petróleo y de las materias primas, caen las exportaciones, aumenta la desigualdad social y es evidente que el mercado por si solo será incapaz de responder a los desafíos que plantea el empobrecimiento de la mayoría de la población, lo que hace prever que los Objetivos de Desarrollo Sostenible a 2030 que se proponían eliminar el hambre y la pobreza en el mundo quedarán para otra década.

En términos globales, se ha destacado el papel de Ángela Merkel, como gobernante y como científica. En especial, es notable su llamado a realizar una reconstrucción verde con posterioridad a la crisis del coronavirus. Precisamente, se refirió a ello en el reciente Diálogo Ambiental de Petersberg donde, mediante videoconferencia, se reunieron los ministros de 30 países, líderes empresariales y voceros de organismos de la sociedad civil para intercambiar acerca de la acción climática. Allí, la canciller alemana reiteró el compromiso del Acuerdo de París y valoró el Plan Verde de la Comisión Europea encaminado a neutralizar las emisiones contaminantes a la atmósfera hacia mediados del siglo XXI.

Precisamente, en dicho evento, Kristalina Georgeva, directora del FMI, declaró que, si se quiere un mundo sostenible y lograr una transformación más resiliente del mundo, tenemos que hacer todo lo que podamos para una “recuperación verde”. Con ello, se evidencia que los grandes poderes mundiales son conscientes que esta pandemia y las que vienen son el fruto de daños provocados por los métodos de producción y de consumo imperantes. Sin embargo, como afirma Toledo (05,05, 2020), no serán los modelos de las poderosas organizaciones internacionales, como el FMI, “los que marcarán la normalidad alternativa”.

La urgencia de cambios radicales capaces de rebasar la visión neoliberal requiere de masa crítica donde cada vez más ciudadanos tomen conciencia de la urgencia de generar transformaciones en las dinámicas de relaciones económicas de producción y consumo. La transición requiere establecer prioridades en materia de soberanía alimentaria y capacidad de autogestión, de protección del agua, del aire, de las energías alternativas, de promoción de las economías locales, en el impulso de ciudades amigables, capaces de estimular el goce efectivo de derechos a la participación, a la salud, a la educación y al emprendimiento económico.

Frente a los desequilibrios generados por el monocultivo, los agroquímicos y los antibióticos, el extractivismo, el estímulo de las economías asociativas y colaborativas para la autosuficiencia local y territorial, emerge el impulso de la producción orgánica y de la protección de las semillas, a la vez que se avanza en la transición energética, de los combustibles fósiles a las energías renovables y la promoción de redes de manejo alternativo, descentralizadas, desde el seno de las comunidades.

En diversos territorios de España, de Ecuador, o de Perú, como el caso que relata Jara (05,05,2020), donde 700.000 mujeres se dedican en este país a las actividades agropecuarias y cumplen una función clave en la seguridad y la soberanía alimentaria de sus comunidades, a pesar de trabajar en condiciones de desigualdad, por tener menor acceso a la tierra, a la gestión del agua y al crédito.

En esta coyuntura, comunidades indígenas y campesinas de diversos territorios de Colombia, también han dado ejemplo de solidaridad y empatía, llegando con sus productos hacia las comunidades vulnerables de las ciudades donde imperan los trapos rojos, como símbolos de hambre y de carencia.

En estos contextos, las comunidades y redes de productores están dando ejemplo de valoración de la validez de generar formas autónomas de subsistencia, de rescatar la producción de comida, de estimular el desarrollo del truque para intercambiar productos. Hoy es más claro el mensaje acerca de la importancia de cambiar los métodos de consumo, de valorar lo propio, de comprarle al vecino y de estimular la cooperación, las buenas relaciones de vecindad y la solidaridad, como vivas expresión de la ternura de los pueblos, como dice la consigna.

Estos ejemplos aislados en diversos países, configuran referentes para encaminar nuevas formas de participación y autogestión. En medio de ello, desde muchos sectores se intenta responder a la pregunta acerca de cómo será el mundo poscoronavirus.

La respuesta, en general, tiende a reconocer un punto de inflexión respecto a la dinámica social y económica: por un momento en la historia se paró la máquina y salieron a flote las fragilidades del sistema: reverdecieron los bosques, el aire estuvo más limpio, las aguas comenzaron a purificarse, las otras especies tomaron confianza e, incluso, comenzaron a visitar las ciudades, mientras las gentes miraban desconcertadas por las ventanas.

En contraste, salieron a flote las precariedades sociales del personal de salud, de los sistemas privados de seguridad social en el mundo, incapaces de atender la problemática generada por la pandemia. En el entretanto, empezaron a colapsar las Mipymes mientras grandes empresas tuvieron que readaptarse a los escenarios de la economía digital. Las escuelas cerraron sus puertas y fue necesario readaptarse a los métodos de la educación online, en tiempo real, abriendo nuevas exigencias a la pedagogía y convirtiendo las casas en oficinas, escuelas y espacios de convivencia, en un mundo heterogéneo donde, también quedó evidente la desigualdad social y la exclusión en un mundo asimétrico en el que ha tendido a incrementarse el trabajo no remunerado de las mujeres y la violencia intrafamiliar, planteando nuevos retos para la equidad de género y para la convivencia.

El gran riesgo, como afirma la socióloga Saskia Sassen en entrevista con Ocaña (28,04,2020), el ser humano tiene “una extraordinaria capacidad para olvidar”, por lo que, afirma de manera escéptica, se dejará de hablar del coronavirus en medio año. A su juicio advierte que la batalla que se viene será la de las grandes empresas que destruyen a las pequeñas. Sin embargo, no deja de expresar su esperanza en que los poderes financieros pierdan la partida en la brega por la reactivación de la economía, a su manera. Reconoce, en ello, la oportunidad de entrar en el juego de las producciones locales, como opción diferente al papel dominante de las grandes empresas, cuya finalidad predominante es ganar dinero, en contraste con la generación de calidad de vida.

Precisamente, como si fuera poco, el panorama de complejidad se entrelaza en la coyuntura, con la dinámica del monitoreo de la salud y detección de riesgos de contagio, como oportunidad precisa para implantar a nivel global el ambicioso proyecto ID2020, encaminado a la digitalización global con datos biométricos y tecnología blockchain de todas las personas. Este emprendimiento informático de Bill Gates, asociado a la familia Rockefeller, es impulsado a partir de 2017-18 por Rockefeller Foundation, Microsoft y Gavi “The Vaccine Alliance”, como entidad que nuclea a Bill and Melinda Gates Foundation y a los principales laboratorios del mundo. En ello están asociados como fundadores las corporaciones Hyperledger, especialista en tecnología blockchain; IRespond y Simprints, dedicadas al uso de datos biométricos para la identidad digital y la ICC, International Computing Center de Naciones Unidas, como bien lo muestra Motor Económico (05,05,2020).

Así, en medio del cierre de fronteras, del confinamiento y distanciamiento social que propicia la priorización del mercado interno y la potenciación de las economías locales, paradójicamente, emerge el mundo de la economía digital con el objetivo de identificar a cada persona por encima de los registros de identidad del respectivo Estado Nacional. La identidad digital, en esta óptica, se pretende para acceder a la educación, la salud, los beneficios sociales, los derechos políticos y la realización de transacciones. Así se conectarán las huellas digitales, el iris de los ojos, los registros médicos, el historial y trayectoria de cada persona desde la cuna hasta el cenizario, desde el enfoque de “portabilidad”. Para justificar el proyecto, se argumenta que hoy mil millones de personas no pueden probar su identidad y ningún gobierno o compañía puede resolver esto solo. Se esgrime como derecho fundamental universal el poder probar la identidad y ha sido presentado en Naciones Unidas en 2017 y en Davos en 2019. Así mismo, el proyecto está incluido en la Agenda 2030 de Naciones Unidas. En relación con el debate y la postura que cada quien tenga, acerca de la pertinencia o no de vacunarse, el proyecto va ligado a la campaña mundial de vacunación.

La utopía de lograr un mundo más justo, reconciliado con la naturaleza y capaz de potenciar el desarrollo territorial, la autonomía, la identidad cultural y el minimalismo, se encuentra hoy en medio de la crítica de la globalización con la generación de nuevos escenarios de revitalización del capital, mediante la creación de nuevos modelos de aprovechamiento de las TICs y de los productos farmacéuticos, así como del redimensionamiento de los procesos educativos; precisamente, es una época en la que entran nuevamente en tela de juicio los modelos educativos, de salud, de seguridad social y de control que retan la generación de espacios de soberanía desde la capacidad de materializar dinámicas de proximidad territorial desde lo comunitario.

FUENTES:

̵   Byung-Chul Han. La emergencia viral y el mundo de mañana. Byung-Chul Han, el filósofo surcoreano que piensa desde Berlín. 22, 03,2020.

Ver: https://elpais.com/ideas/2020-03-21/la-emergencia-viral-y-el-mundo-de-manana-byung-chul-han-el-filosofo-surcoreano-que-piensa-desde-berlin.html

̵   Cañada, Manuel. El estallido social que viene. El Viejo Topo. 05,05,2020.

̵   Ver:http://www.elviejotopo.com/topoexpress/el-estallido-social-que-viene/?fbclid=IwAR1ITTtNuDtFgpS_yQ7qMF92vzUuUaAb8Q3Pi22kkRznaPaOEJtjsXqF0PE

̵   Jara, Mariela. A campesinas ecológicas del altiplano andino el coronavirus no las frena. IPS Noticias. 05,05,2020.

Ver:http://www.ipsnoticias.net/2020/05/campesinas-ecologicas-del-altiplano-andino-coronavirus-no-las-frena/

̵   Motor Económico. ID2020: “Identidad Digital 2020”, el ambicioso proyecto de Bill Gates junto a la Rockefeller Foundation. 05,05,2020.

Ver:http://www.motoreconomico.com.ar/aldea-global/id2020-identidad-digital-2020-el-ambicioso-proyecto-de-bill-gates-junto-a-la-rockefeller-foundation?fbclid=IwAR3TdUliViPXn1yA55zIjMdK8Bd-Y0wK9n-gZ0hdWxZ1ZNIquKV0hQCY5-o

̵   Ocaña, Javier. Sassen: «A la larga el enemigo no será el virus, sino las grandes empresas». La Voz de Asturias. 28,04,2020.

Ver: https://www.lavozdeasturias.es/noticia/asturias/2020/04/28/sassen-larga-enemigo-sera-virus-grandes-empresas/00031588064843294428801.htm?fbclid=IwAR2pFTKUB2TIfjlHLBS5c6Z3xqyTdhSeMumHNVqPn5147UZzaLLJvLWyz2s

̵   Toledo, Víctor. La reactivación pos-covid-19 será ecológica o no será. Observatorio Plurinacional de Aguas- OPLAS. 05,05,2020.

Ver: https://oplas.org/sitio/2020/05/05/victor-toledo-manzur-la-reactivacion-pos-covid-19-sera-ecologica-o-no-sera/?fbclid=IwAR0S2fIWb-Q_g3QBDXe_MfHmiY0JlmDsy2bk0y73ZPoI9q7PAMS26IbnSr0

Albeiro Caro Fernández Coordinador Programa Territorio, Paz y Desarrollo – Corporación Nuevo Arco Iris

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