Otra vez el fuego
La flecha cae lenta, inexorable,
no podría ser de otra manera:
finitud es la palabra
ensayada por milenios.
El humo asciende
entre plomo que se funde
y trozos de roble crepitante;
el agua, los bomberos y la tarde
contrarían al hado que disfruta
convirtiéndola en recuerdo.
En minutos la memoria:
Napoleón, París y Quasimodo,
y las sombras sigilosas que retornan
y se cruzan en las puertas,
y las sombras que se abrazan en las naves.
Otra vez el tiempo:
Juana de Arco revivida,
calor y llamas trascendentes,
incredulidad y desconcierto.
Las flamas en las mentes.
¿Y qué podríamos hacer?
Solo lamentarlo
y pensar…
de nuevo en el principio.