Libro: Clamores al atardecer
Mara Agudelo
Toledo, Antioquia, 1931. Licenciada en Pedagogía y Periodismo por el Ministerio de Educación Nacional.
Su vida la ha dedicado a la docencia (primaria y secundaria), a actividades culturales y al periodismo. Laboró con
el Gobierno Departamental en la Contraloría, con el Distrito Especial de Bogotá en la Registraduría y con el Ministerio de Agricultura en Cundinamarca y otros sitios del país. También, en Bogotá, en encuestas de población y desempleo con la Universidad de los Andes. En Medellín, manejó las relaciones públicas del Grupo Cultural los Dieciocho,
Hija de madre –directora cultural y artista protagónica– se inició en el canto, el teatro y la declamación, desde su infancia.
Estudió declamación en la academia Mozart, 1962-1963, fundada por el maestro Luis Eduardo Chaves. Ejerció el arte declamatorio en Colombia y otros países.
Ejerció el teatro en Medellín en 1965 en Bellas Artes y en el teatro Pablo Tobón Uribe al lado de su director Hernán Bolívar Isaza, y con los actores Carolina Ramírez “La dama del tango” e Hildebrando Vera, entre otros.
Fue cofundadora de Mujeres por Colombia, de la Asociación Colombiana de Periodistas, Seccional Medellín; Fundadora del periódico Voces.
En su Revista Cultural Voces, se dedicó a plasmar las letras de diferentes autores colombianos y a exaltar su labor.
Cofundadora de la Corporación Mujeres Poetas de Antioquia (su primer presidente) y del Encuentro de mujeres poetas de Antioquia. Pertenece desde hace varios años a la Unión de ciudadanas de Colombia en Medellín.
Había escrito 15 libros, la mayoría de poesía. Hoy entrega el 16. Entre ellos: En el umbral de sus ochenta y Rosas al viento, los que presentamos en la revista Gotas de tinta números 13 y 28. Muchos de sus poemas han sido traducidos a varios idiomas y han aparecido en antologías poéticas.
El jueves 25 de octubre, en la sede de ADIDA, Mara presentó su libro: Clamores al atardecer. El que la poeta llama: “Mi último libro”; Quiera la existencia que tenga oportunidad de retractarse.
Fue un homenaje conmovedor, rodeada por los que la hemos acompañado en algunas de las diferentes etapas de su vida como poeta, maestra, declamadora, artista, administradora y líder de grupos. Su lucidez continúa intacta, como certificado las anécdotas y poemas que nos entregó –de memoria–, y que aquí recopilamos (casi todos) para ustedes, amables lectores de Gotas de tinta.
MENSAJE
“Me voy con el viento, pueblo
De Orfalis, pero no al vacío”.
Kalil Gibran
¡Voy a tientas pulsando el infinito
seguidme si queréis!…
Voy al abismo de todos los abismos
o a la resurrección de las palabras.
No os extrañéis si me retardo…
Llevo el fardo de todas las angustias;
llevo el cansancio de los tiempos
y el ocio de las piedras.
Me voy con la noche sin fin de las miradas
de mis hermanos ciegos,
ahogada por las palabras
ancladas para siempre en la garganta
de los mudos.
Voy al abismo a pedir silencio
para los mercaderes del dolor;
me voy cargada con todas las mentiras
y en un anhelo supremo
de traer la verdad. Pero temo encontrarla
y comprender al fin que también es mentira.
¡Oh, si pudiera dejaros
antes de mi partida, este yo positivo
que me invade,
esta resurrección que me transforma,
esta salmodia dulce que me exalta!
¡Este anhelo supremo de crear
y destruir
todo lo que no debe ser!
Tengo prisa por seguir adelante
y apagar las luces
que encendió la hipocresía.
¡Tengo prisa por poner un poco
de aceite
en las heridas que sangran!
inyectar olvido
en los seres que llevan el alma
atormentada
por una enfermedad de amor;
ese dolor extraño
que va cavando el pecho
y deteniendo a lapsos
el corriente bullir de nuestras venas.
Quiero dar vida
a los muertos del alma
que viven sin querer
y resucitar aquellos que se fueron
sin la licencia
de los que tanto los amábamos.
Estoy ansiosa de llegar al final
de todos los caminos
para hallar en su vértice
la realidad geométrica
de todo cuanto existe.
Quiero dejar en ese abismo
toda la resaca de hastío
que me quema los huesos
y regresar cantando
los salmos de alegría
que necesita el mundo.
Me sobra vitalidad para llegar a tiempo,
pero me iré despacio, porque llevo conmigo
los dolores de todos.
¡Esperad mi regreso y alegraos
porque he de retomar con la euritmia
de todos los veranos
y la resurrección de las palabras!
EL VIAJE
¡Hermano! Espérame en tu casa.
He de llegar cuando la noche duerma,
cuando no nos sorprendan
ni los vientos que pasan.
Espérame optimista.
Entrare con mi alforja de esperanzas
y nos repartiremos tu nostalgia.
Ten listo el pan, el lecho,
y el vino más añejo.
Brindaremos los dos por nuestra patria,
–la patria que soñamos–,
hablaremos los dos de nuestras cosas,
de nuestros recuerdos,
¡dolorosos recuerdos!…
¡Reposaremos hasta el alba
y partiremos!
No dejaremos nada…
no llevaremos nada…
calzaremos de amor nuestras sandalias
y nuestros corazones.
De amor hasta la última pisada.
Hasta el último polvo en el camino.
¡Después… como cansados,
dejaremos el alma reclinada
en cualquier madrugada!
(1980)
ESTA CIUDAD QUE AMO
Esta ciudad que amo me confunde;
se me parece a veces
a una selva de asfalto
¡con sus fieras
metálicas!
Sus hombres son chamizos
que el viento o el destino
va moviendo a su arbitrio.
¡Esta ciudad me asombra!
sombra que viaja con su smog,
con su bullicio,
con sus chispas de luz
sus desviaciones,
¡sus crímenes nocturnos
sus canciones!
¡Esta ciudad que amo
es tosca y egoísta,
despiadada…
Sus jóvenes
caen como hojas secas
desechados
inéditos!…
todos van su piel
y sin embargo
se apretujan, se ignoran
se golpean.
Va de prisa
Siempre de prisa
Hasta su angustia diaria
Hasta su abismo.
¡Esta ciudad que amo!
(1980)
TROPEL DE QUEJAS
Aquí están todas ellas
trepando por las hojas de mi libro.
Aquí van como lenguas asfixiadas
tratando de llegar a la justicia:
tratando de llevar a todas partes
el grito rojo de la humanidad.
Como u n tropel de quejas
se aglutinan ardidas mis palabras.
Tratan de sonreír, seguir la farsa
que ven en cada esquina,
pero el dolor del mundo
les impide cantar.
En su largo trayecto
tal vez se encuentre un trino desbocado
o un río joven recordando canciones
porque sufrió de amnesia una mañana
cuando lo despertaron
afluentes de sangre colombiana
o un niño que se olvida,
que marcha hacia el futuro
con sus pasos de miedo
y el camino cerrado,
o un corazón soñando con amores
en pleno siglo XX.
Posiblemente…, a través de mi libro
en un ángulo errado de mi verso,
y se encuentre haciendo siesta
la libertad atada,
o la luna lanzándome improperios,
porque no pienso visitarla un día.
Tal vez en un rincón equivocado
Duerma su largo olvido,
Una mesa vencida
Que se murió sonando con el pan.
DESPUÉS DE LA ESPERANZA
Cuando el pueblo cree perdida
la hora de su triunfo
¡Después de la esperanza,
la rabia acumulada
los gritos suspendidos
la voz amordazada!…
Y esta sonrisa idiota
de soldado vencido
después de la esperanza.
Tú, nacido en el imperio
de los desposeídos,
que subiste peldaño
por peldaño
la escala de la fe,
para descender luego
por la misma
en busca de tu pueblo.
Tú, atado a la miseria
del ayer
por vínculos de amor,
y a la abundancia del mañana
con hilos de esperanza,
libérate y libéranos
Si es que puedes
de esta cadena inicua
de ambiciones,
peculados y engaños,
que le llaman “PODER”.
Tu pueblo,
forjado con tus mismos
materiales
endurecido en el silencio,
una vez más burlado
desorientado y ciego,
hacia ¿qué puerto
enrutará sus pasos
después de la esperanza?…
Y los analfabetas
(millones de ese pueblo)
y los niños famélicos
esperando esa patria
arrepentida
después del egoísmo
y conocer al fin
el sabor de la leche,
el vino, el pan!
Y los desheredados del trabajo,
la sana diversión,
la escuela para todos,
la salud,
¿qué harán ahora
Que se fugó el poder
Detrás de la esperanza?…
Poeta clandestino:
abre tus versos
y soñemos juntos
en ríos de abundancia
en blancos hospitales
en tableros gigantes
¡En cuarteles vacíos!…
¡En fábricas de armas
cerradas para siempre!
en parcelas colmadas
de labriegos,
en tierras renovadas
viviendo nuevos arboles
y en arroyos de miel,
para endulzar el pan amargo
de todas las mañanas
de tu pueblo, mi pueblo!
CARTA A NERUDA
“Si nada nos salva de la muerte,
al menos que el amor nos salve
de la vida”
Pablo Neruda
¡NEFTALÍ RICARDO REYES BASOALTO
Ciudadano del mundo!
Te escribo desde el norte de tu casa chilena:
desde mi tierra colombiana,
corazón palpitante
de América rebelde.
Te escribo desde el fondo de mi alma
para decirte, Pablo,
que fue duro saber que te marchaste.
Tu pluma siempre nueva,
generosa y gallarda,
copió con donosura
la belleza del alba. La entraña vegetal,
su manjar simple,
millonario en la mesa proletaria.
¡Tu voz grave y quebrada
Llena de mansedumbre
Aún creo escucharla cantando al aire!…
¡al mar!… ¡al mar inmenso!…
¡al amor…, la esperanza!
Yo sé que te marchaste;
nadie puede dudarlo. Y aunque no lo quisiera,
hoy te envío esta carta
con noticias amargas:
te informo Pablo que por este mundo
siguen reinando las desigualdades.
¡Que es inútil tu sueño,
nuestro sueño,
de amor universal!
Que derechas e izquierdas se reclaman
la túnica de Cristo,
y está despedazada y sin medida exacta.
Dile Pablo Neruda a Papá Dios
que hemos sufrido mucho
con su ausencia:
que el hombre roba al hombre;
que el usurero agosta.
Que la palabra más común
es ¡HAMBRE!…
Si te ves con Gabriela
no le cuentes
que unos perros hambrientos
de su patria
destrozaron un niño.
su corazón de agua se ahogaría
al no poder salvarlo.
¡La resistencia se detuvo en Chile
hay miedo de avanzar,
el Continente tiembla!…
¡Toda América piensa:
son muchas botas, muchos los cuarteles,
millones de fusiles,
muchos hombres robot que tienen orden
de disparar primero
en el blanco más débil de la patria,
en el pueblo!
Adiós, Pablo Neruda
Ya nos veremos luego.
¡~Espera un poco, espera a que amanezca,
Y yo llevaré la grata nueva!…
Bogotá, 1974
P’A QUÉ NOCHEBUENA
Oíme mamita;
¡ya viene diciembre
Co’ su a’garabía!…
Pero yo no quiero
mamita que llegue…
¿P’a qué tanto canto…
P’a qué tanta luce…
P’a qué veinticuatro,
P’a qué villancicos
y juguetej caro
¡’en esa’ vitrina,
si mi no recibe
ni una golosina?…
¡Oíme mamita…
Niño dio e mu raro!…
Solo da regaloj
a lo niño ricoj,
a lo niñoj blanco,
que tiene triciclo,
¡i llevan zapatoj
y vijten de saco
Ji tienen muñecaj
y carro con pito.
Oime mamita:
¿Niño Dio no sabe
que ejtamo solito?
¿Qué hace mucha noche
no viene papito?…
no entiendo mamita
p’o que tanta pena…
¡Niño Dio ej mu raro…
p’a qué Nochebuena!…
(1964)
*Jesús de Nazareth
tú sabes que te admiro
y mucho
Pero…
te hiciste crucificar
por la humanidad,
y…,
¡Mira cómo andamos!
*El rayo
incendió a mamá
¡Quemó también
mi infancia!