si en mitad de la noche
nos despierta un olor de incendio
y abrimos la ventana y entre los árboles
hechos de dura sombra está sólo
el aroma de las frutas en sazón
qué más sino la dolorosa alegría
de que nos hayan visitado una vez
los rojos querubines de fuego.
Textos de José Manuel Arango. Fotos tomadas en el Páramo del Sol en Urrao, Antioquia.