27 – Adonaís Jaramillo

Pobre vivienda

Si usted sube por la carrera 88, la misma de La Hora Veinticinco, por el sector de La América, no dejará de sorprenderse de la violencia que se ha ejercido sobre lo que era la bella arquitectura del  barrio Cristóbal.

A la vía, carrera 88, antes de desembocar a la quebrada Ana Díaz,  la administración municipal le suprimió todo su espacio público y la habilitó toda para vehículos, incluyendo a las tractomulas, que sirven a las  empresas ferreteras que se instalaron allí y que paralizan la vía, muchas veces con la descarga de sus mercancías.

De espacio público no quedó, pues,  ni el andén, ya que no se puede hablar de él, si está por debajo en un buen trayecto de la vía, y en algunos casos, con una zanja lineal, tan pronunciada, como para que la caída de cualquier desprevenido sea mortal.

Lo que se observa por la fractura de este elemento articulador del encuentro es desalentador, pues los particulares y el municipio, por omisión, lo llenaron de trampas, resaltos y depresiones, imposibles de transitar para muchas personas y en particular para los discapacitados, ancianos y niños, que no tienen en este pobre espacio alternativa distinta a buscar la calle. ¿Pero cuál calle?

No hay un árbol, ni un pequeño jardín en todo el trayecto que la  conecta con la calle San Juan.  Una línea caliente, que sólo comunica con la no ciudad, esa que los POTs potencian, hecha a la medida de la especulación y el desvarío.

Lo único amable es el taller de Julio Jaramillo, el artista sembrador, que hace con los retazos de hierro figuras fascinantes, como el lepidóptero que tiene exhibido a la entrada.  Ese taller y La Hora Veinticinco, rompen de algún modo la violencia que ofrece este espacio, propio como para que las escuelas de arquitectura de la ciudad, con el manual del POT como guía, hagan un día de campo, para que se inspiren.

Pero “la tapa del congolo” es un flamante edificio, de cuarenta pisos, que se construye para una señora  SAS, que para reducir el asombro del que observa el cráter para los parqueaderos y la mole que desafía, muestra los avisos de la curaduría cuarta (dirigida por  arquitecta inspiradora de la nueva ciudad por lo que escribe) que buscan, como hacen los pacientes en los consultorios médicos al detallar los diplomas expuestos con el fin de mermar el miedo, tranquilizar a los que otean la mole  que se levanta.

Son quinientos apartamentos y unos mil garajes para carros y motos.  ¿Qué será de esa vía, de ese barrio, de esta ciudad? Cómo se le quiere atosigar a este sector, sin espacio público, estas desmesuradas soluciones.  ¡Que es vivienda VIP!, se dice…  Pero para la oferta de garajes, el asunto no casa.  ¿Qué está haciendo la oficina de Planeación?  Si el POT admite esta desmesura, así, el desbarrancadero. Pobre vivienda, pobre ciudad.

En ningún punto mejor pudo haberse localizado La Hora Veinticinco –la no hora-, para ser testigo del agujero negro del POT.