26 – Verónica Toro Restrepo

Desde que tenía 8 años decidí que cuando fuera grande sería lectora compulsiva y escritora, así que ahora me dedico a cumplirle el deseo a esa chiquita. A veces también soy periodista y profesora de escritura creativa, mis historias las encuentran en: https://ausenciasilenciosa.com/

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Verónica, ha publicado artículos para los periódicos: El Tiempo y El Colombiano, como periodista.

Va para largo ya

Va para largo ya
este ir armando el futuro
como si fuera nuestro,
que aquí irá la biblioteca,
que allí el cuarto de juegos.

Ir acomodando
en los cajones,
y dentro de las medias,
los miedos que traemos.

Entre las ollas
van las dudas,
debajo de la cama
el polvo que cargamos.

Porque no somos primer amor
ni segundo.
Porque traemos libros
que son de otros.
Porque escuchamos canciones
que nunca nos dedicamos.

Pero pongo sobre la mesa
sus ojos que se encharcan,
y la atención que le pone a mi poesía.

Pero colgamos frente a la puerta
nuestras manos que son certeza,
que dicen que no fuimos
el primero,
ni el segundo,
pero sí el último.

Cómo olvidar a un amor que también amaba los libros

Y que se apague en el presente su voz de las letras,
que se quede entre las esquinas dobladas
de las páginas, en la biblioteca, en una
dedicatoria, en letra cursiva,
que ya no se hizo cierta.

Que se apague en
el presente la idea
del futuro, y que
las hojas sirvan
de cementerio.

Porque todos los libros
regresaron, pero
siguen siendo suyos.

Lo dejo que se duerma,
acurrucado en las estanterías,
que yo me voy,
que apago la luz,
que cierro la puerta,
que sigue la vida.

Lo que te digo mientras te espero

Ya te dije que el tiempo
se va apagando,
que los niños nos miran
y nos ven viejos.

Pero yo aún me siento
tan pequeña,
que me visto solo
de vestidos de flores.

Que salto a tu alrededor
y te pido que me quieras.

Hoy mientras te espero
parece que se apaga
también el cielo.

Porque ellos tan pequeños
creen que ya encontramos
todas las respuestas.

Las olas llegan murmurando
a la orilla, una familia
regresa de hacer la siesta.

Y llegas con él de la mano,
lo acercas a la orilla
y le muestras el sol.

Lo subes al hombro,
le limpias la arena de los pies,
esperas con paciencia
que deje de llorar por papá.

Yo te miro desde lejos
y sé que aún me siento
tan pequeña.

Pero sería lindo,
te digo, algún día,
ser grande a tu lado.

Préstame tus oídos

Préstame tus oídos
que quiero decirte
que es más fácil
escribir del amor
cuando ya se fue.

Porque a las letras
no les gusta la calma.

Préstame tus oídos
que sin saber tu nombre
te hablo cuando escribo.

Que aún sin reconocerte,
lector, o musa,
o rostro del pasado,
te sientas junto a mis pies.

Que sé que te hablo
aunque la habitación esté oscura,
aunque la calle solo la habiten extraños.

Préstame tus oídos,
desconocido,
que hoy
estoy creando.