24 – XVII Encuentro Comfenalco

Antología del XVII Encuentro de poetas, Comfenalco Antioquia

El concurso de poesía: XVII Encuentro de poetas, Comfenalco Antioquia, se desarrolló con tres talleres y circuitos de lectura, del 11 al 21 de octubre, en las bibliotecas: Biblioteca Pública Comfenalco Niquía, Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, Sala de Lectura Comfenalco Castilla,  Biblioteca Pública Héctor González Mejía Club Comfenalco La Playa, Biblioteca Pública y Parque Cultural Débora Arango y Parque Biblioteca Belén.

La presentación de la antología,  con los poemas de los poetas seleccionados, se realizó en las instalaciones de Comfenalco, en la avenida La Playa, el 10 de noviembre de 2016.

Los responsables principales del evento fueron: Andrés Felipe Tamayo Arias, Bibliotecólogo / Promotor de Lectura, Biblioteca Pública Comfenalco Castilla, como coordinador del evento. Lucía Donadio Copello, escritora, poeta, jurado del concurso y directora de Sílaba Editores. Para ellos (y los demás componentes del equipo organizador), nuestro agradecimiento.

G. W.

comfenalco

Algunos poemas, del libro:

Sonata para piano No 14 en C menor

Ludwing Van Beethoven

“Algo de mí está triste y yo lo miro estar”, escribe Chantal Maillard en sus Diarios indios. Algo está triste en el mundo. Algo está triste en los ojos del mendigo que ya sabe que dormirá solo. Algo está triste en las hojas del sauce. Algo está triste en el lago que no se agita. Algo está triste en la reseca flor otoñal que no cae, que no quiere caer. Algo está triste en el ocaso.

Algo está triste en las manos que han dado los últimos acordes en el piano. Algo está triste en los ojos. Algo está triste en las palabras no dichas, porque simplemente, no hay necesidad de pronunciarlas. Algo está triste y no sé qué es. Algo se enturbia en el aire cuando respiro. Al mirar la blanca luna esta se oscurece, tal vez huye de sí misma. Algo está triste y no sé qué es. Al caminar ¿qué es lo que transito? Los caminos tienen rumbos, hay otros que se tornan círculo sin salida. Algo está triste y no es el corazón. Algo está triste y no eres tú. Algo está triste en mí y no sé qué es, tal vez las cosas adquieren una serenidad no comprendida cuando contemplo la fragilidad con que los dedos se hunden en el agua o el hierro afilado hiere violentamente la inocencia de la piel. Algo está triste y no sé qué es. Algo está triste. Algo está. Algo duele en los ojos cuando la luz, muy rápido se ha apagado.

Wilson Pérez Uribe

Arena

Busco una palabra
para caminar sobre ella en silencio
y sentir su suavidad de caricia
en mi piel.
Una palabra para dejar rodar
entre mis dedos
y esculpir su color mojado.
Una palabra para hundirme
en su olor agreste de roca,
para este tiempo
bajo el sol,
para el capricho
de mis pies desnudos.

Gloria Eugenia Hincapié Zabala

Matriz andina

Vengo de los mares de otros siglos
desciendo de Wakanda
Furatena
y del Yuma
Soy aullido de furia adormecida
volcán de lava indígena
que se resiste a morir en mi sangre.
He muerto muchas veces
como fiebre poblada de fantasmas
recojo vacía la mochila arhuaca
donde guardo metáforas de viaje
para ganarle tiempo a la derrota.
Ahora develo mi voz
que pide ser oída.
Soy memoria
de bachúe y Dabeiba
fogón de piedra
matriz andina.
Traigo en la pulcra humedad
de la arcilla
mi origen de agua sagrada
y en sus entrañas
tejo filamentos
de la nueva mujer.
Mujer Americana.

Ángela Lucía Penagos Londoño

Eva

Te equivocaste de Nombre.
De amor y de Dios.
De conversación.

Era otro árbol Eva, otros sueños, otros labios.

Te equivocaste de mesa y de horario.
De casa, de barrio y santuario.
De candelabro.

¡Qué sueño, qué imagen, qué viaje!

Te hubieras metido la bendita manzana entre las piernas,
para que no fueras vos la equivocada.
Otra lengua la de la mordida,
otros dientes los de la carnada.

Te equivocaste de Dios. De sueño y de amor.
De tiempo y de historia.
De memoria.

Valentina Bustamante Cruz

Mis lugares

Mi casa:
Propia o alquilada,
solo a mí me pertenece.
Su cocina:
Donde la sopa se repite
y se hace insípida,
de tanto jugar
con los sabores y el aliño.
Su sala:
Donde me recibo mi visita
e intercambio pensamientos
que apenas yo comparto
y al otro día vuelven y parecen
huéspedes y dueños.
El balcón:
Atalaya y medida
del tiempo transitando
entre  los rostros…
que deambulan por el parque.
¡Cómo cambian y se cansan,
y se agachan con los días,
y diluyen…
sus voces en la brisa!
El estudio:
Que no aprueba, jamás,
mis versos inconclusos
ni el sentido de lo escrito.
El baño,
y la puerta cerrada por las dudas,
resguardando en el espejo
los secretos y temores,
y todos los  silencios
que se diluyen con el agua.
Mi cuarto:
Donde los días finalizan y amanecen;
mi armario con mis pieles,
intercambiables y dobladas en pedazos;
mi nochero custodiando las pastillas,
un vaso con agua,
mis claves y mis datos;
y el nicho de mi almohada,
que guarda los enigmas
y las formas de mis sueños.

Georges René Weinstein V.