Columnista de Gotas de tinta
Nuevas alas para BPP
Después de varios meses de interinidad en la dirección de Biblioteca Pública Piloto (BPP), se conoce la nueva directora, Shirley Zuluaga Cosme, nombrada por la Alcaldía y se posesiona anunciando un plan para consolidar la Biblioteca como patrimonio de la ciudad entre algunos de sus planes.
Aunque la sede está ahora cercada por la franja verde de la intervención que se hace al edificio para fortalecer su estructura, su actividad, pese a las limitaciones que el despliegue de materiales y trasteo de colecciones a otras sedes representa, la BPP, no se queda quieta por la actividad que el edificio de la memoria ofrece.
Lástima que la nueva directora llega un poco tarde para cumplir el compromiso de consolidar la BPP, como pretendía la comunidad del Carlosé, que dio la pelea para que esa consolidación comprendiera el edificio del frente, donde ahora se le rinde culto a las ánimas, a falta de velatorios.
Y faltó para ese propósito, la “manito”, de la Alcaldía, que se hizo a un lado, y desaprovechó la oportunidad de liderar la adquisición de ese edificio, ” planillado” para hacer parte de la Gran Biblioteca de la ciudad, el que contaba incluso con un pre diseño que le daría fortaleza a nuestra alma mater alterna.
Aunque la comunidad castigó a esos falsos lideres, ese edificio de salas vacías del frente, sigue atrayendo las miradas –aunque de lejitos– no solo para el vecindario, sino para toda la ciudad. Y ahora, aprovechando la seguridad con la que Shirley llega a la dirección, a lo mejor no sea tarde, y ella, con el entusiasmo que muestra, retome la campaña con las numerosas Fundaciones que tiene la ciudad, (aspecto en el que se insistió antes de que el inmueble fuera comprado por la empresa fúnebre) para que ese edificio, haga parte de la BPP.; edificio al que habría que acondicionar muy poco, porque –qué curioso!– parece que se hubiera construido con la intención velada de coquetearle màs a los vivos que a los muertos, y espera que la Alcaldía de Federico, apoye esa adquisición para fortalecer el sector –quartier latin de la ciudad–, donde el libro tiene su Casa.
Hagamos de las salas de velación, nuevas alas para la BPP.
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Deuda pendiente
Los que presenciamos la entrevista en TV Medellín, (el 11-7-2016) dirigida por Alfredo de La Serna, donde estuvieron presentes entre otros, el señor Secretario del Medioambiente de la ciudad, doctor Oscar Hoyos Z., y Jesús Aníbal Echeverri, concejal, escuchamos que se hicieron anuncios sobre los planes de protección de los cerros tutelares, extendidos, a manera de conectores biológicos, con otros espacios en la mira de recuperación, para responder así a las políticas de esta administración que en su hoja de ruta del plan de gobierno considera fundamental.
La paradoja es que mientras esto se dice, se ratifica, por parte del Área, la destrucción de un bosque (unos 300 árboles) en lo que fue antes la sede del ISS, en la 1ª x 80. Un lote de cerca de 30.000 metros cuadrados, todo un conector, para darle paso a un centro comercial. Si bien en la resolución se ordenan compensaciones, lo que se sembrará en otro sitio, no es lo mismo, pues los árboles deben estar al lado de los núcleos habitados y no en la periferia; además, mientras los árboles crecen, la diferencia en biomasa (protectora) es abismal.
Y es que mientras celebramos el “Nobel de Urbanismo” la ciudad respira mal, pues el soporte del “ambiente sano” –que es un derecho colectivo–, ha sido desmantelado. Sin rubor el concejal Echeverri ratificó –¡la cifra escandalosa!– que solo hemos alcanzado un 3.7% de espacio público de los 15 M2 que la ONU ha recomendado. ¡0.55 M2, toda una vergüenza! Y, ese valor numérico 15 M2) es el que el Decreto 1504/98, fijó como meta, aunque el POT anterior –Acuerdo 54–, lo rebajó a 10; ¡en lo que estamos!
No sabemos si el estudio encomendado a la Universidad Nacional se aplica a los individuos arbóreos que deben sembrarse para concretar las conectividades anunciadas, dependiendo del espacio público –antejardines, zonas verdes, parques–, o si se refiere también a dar cuenta del despojo a que ha sido sometida la ciudad, con deterioro de la calidad de vida de sus habitantes (nosotros) y la mengua de las zonas verdes, cuyo desmantelamiento sistemático –con la complicidad del municipio–, por omisión, la coronará, sin duda, con otro “Nobel”, pero del despojo.
La pérdida de las zonas verdes, destituidas de su fundición ecológica necesaria, y jurídica, para mantener las condiciones adecuadas de salud a la que puede aspirar una comunidad ordenada, clama por una respuesta. Y esta respuesta está pendiente.
La ciudad necesita restituir sus zonas verdes expoliadas de manera arbitraria para acercarnos en materia de espacio público cualificado, a una meta decente. Convertir las zonas verdes en zonas de parqueo, y encementarlas, como de hecho ha ocurrido, es el peor daño que se le ha infligido a la ciudad: La otra violencia, la que daña el principal bien: la vida; la que nos priva de los servicios ambientales que dignifican la existencia.
Es una deuda represada, que las anteriores administraciones subestimaron con sospechoso silencio. Acciones populares falladas en contra de la Administración de la ciudad, por su omisión, constituyen un precedente obligado que está a la espera de cumplimiento.