Olga Elena Mattei – Georges René Weinstein
En el lugar de Troya – No huyas a Troya
Este año, en una conversación sobre las obras de Homero, Olga Elena recordó un poema que, latente en uno de sus arcones arrumados, había olvidado incluir en la edición de su última antología.
Le comenté acerca de la poesía que había enviado a un concurso, y quedó el compromiso de incluir las dos en la revista. Mientras tanto, En el lugar de Troya, de Olga Elena, fue publicado en el suplemento literario, Generación, del periódico El Colombiano, de Medellín, Colombia. Ahora, cumplido el plazo del concurso, publicamos los dos poemas.
Georges René Weinstein
En el lugar de troya
(Olga Elena Mattei)
Aquí está,
estrujada de batallas,
manchada de milenios
por aquella
antigua guerra.
Es la playa,
la playa de Héctor,
el defensor, el noble,
el correcto,
la de Páris, el enamorado ingenuo,
y de Eneas, el peregrino rudo
y fundador del futuro;
la de Príamo, el padre,
el rey fructífero, dulce, generoso,
humilde…y humillado….
La playa más sangrienta
del pasado,
donde miles de guerreros
de Grecia,
la tierra distante
y extranjera,
se apostaron por años,
atacando y luchando…
hueste intrusa,
para invadir a Ilion
la próspera,
(la vieja Vilusa),
hasta convertirla
en Troya…la vencida,
la destruida…
pero la homérica
protagonista…
¡ la heróica !
Me llamo Elena,
mas no soy ella,
la amada ajena,
la más bella…
pero he amado,
en mi moderna era,
con la misma inmensa
fuerza…!
Y he venido sola
por un largo y difícil camino
horas y horas
de incómodos
destinos,
para pararme aquí, consciente
de estar con mis pies
y con mi frente
sobre estas arenas milenarias
donde se alzaron mil pilas
malditas
de guerreros muertos,
las piras
funerarias ¡
Piso su piso,
en la pequeña
llanura
de la costa,
y mi ropa
se enreda en los abrojos
y las malezas del terreno…
Voy sola,
absolutamente sola en medio
de más de tres milenios,
y en este instante
ahogado de silencio
e intensamente mío,
siento al vacío
llenarse de la historia
más antigua,
exaltar la heroica gloria
y vomitar toda memoria
incendiaria…
y llorar con tal dolor de fuego
la sangre de los muertos
que jamás el mundo olvida
y los catastróficos
eventos
que se tornaron
eternos…!
Y puedo vislumbrar a Aquiles,
el invencible,
merodeando solo
entre el resol,
intoxicado
de valor legendario…
hasta morir a mis pies
con el flechazo
clavado
en su débil talón,
el punto exacto
del error
profetizado!
Y a lo lejos,
llevando del cabestro
a un inmenso caballo,
recorre los pastos
un Ulises-Odiseo imaginario…
mientras espera,
pues su Odisea
aún no comienza
porque el caballo,
no es introducido
jamás en el poema
de la Ilíada ,
¡ ni en Troya
todavía !
Me senté sobre la hierba,
meditando,
y recordé que aquel caballo
no aparece en el cántico
de Homero
como el final de la epopeya
de la Guerra…
Habiendo sido
la estrategia de Ulises,
el poema que la narra
¡ inicia la Odisea !…
Y luego nos lleva,
errantes por los mares,
por historias de retornos
y de amores míticos!
Ulises, el que regresa,
el que vuelve a los brazos
de Penélope,
regresa también aquí a mí,
pero no puedo amarlo,
es famoso y legendario,
pero invasor y temerario,
y aún está casado!
A él, el más
sagaz
e inteligente,
lo rechazo!
…¡y es a Héctor
a quien amo!
No encuentro
las huellas de su cuerpo
arrastrado por la arena…
Pero he acompañado
al noble rey,
quien humillado,
pero lleno de valor
inusitado,
acude al enemigo
para pedir el cuerpo
de su hijo
tan amado¡
Solo unas cuantas piedras
diseminadas
y los escasos muros
mudos
recuerdan el lugar
de la tragedia
y de las murallas
incendiadas….
Schliemann sueña
los trazos de los planos…
Visionario y empeñado,
todo lo empeña,
incluyendo su nombre
y su trabajo de años,
para entregarle al mundo
sus hallazgos…
Y los rapsodas que
cantaron
de memoria
los miles de estrofas
homéricas
de la leyenda,
y los millones de páginas
impresas
que traducen y transcriben
el poema,
giran en suspenso
sobre toda la tierra
cuando el arqueólogo revela
la existencia
de las huellas
de estos seres,
que fueron
juguetes
de dioses y poetas…
La quintaesencia humana
trashumante
en la memoria
de la historia,
escondida en las estrofas,
vestida de miserias y dolor,
y de la gloria
del heroísmo y el valor,
se levanta entre terrones
y maleza
en la planicie y la colina…
y canta desde la lejanía
y entre el viento,
la tragedia rediviva…
Y pensar que todavía,
en carne y hueso,
con nombres nuevos
y distintos dioses,
y en vivo y en directo…
¡ la estamos
repitiendo!
Mientras los dioses juegan
y los hombres creemos
ser los autores
o protagonistas
de las novelas
y de las epopeyas…
Yo, viajera desolada,
me regreso a mi medio,
pero tendré por siempre
mi pie puesto
en el recuerdo,
y en la evidencia geográfica
palpada
en mis peregrinajes
extensos e intensos
por todos los parajes
excelsos del planeta…
y de la imprenta!
No huyas a Troya
(Georges René Weinstein)
Ya que sosegada te es la existencia
y disfrutas de imágenes fácticas,
no abandones tu vida apacible:
¡No invadas los sueños ajenos
ni huyas con ellos a Troya!
Deberías pensar y desear en silencio,
sin intentar navegar hasta Argólida
y furtivo raptar a la joven argiva.
Al influjo del céfiro que sopla de oeste
cámbiale el rumbo a tu cóncava nave
y jamás hurtes los sueños de otros:
Luctuoso es dar inicio a la guerra
y un lastre impensable la culpa.
Cuando te incite y te venza
un impulso ligero y fugaz
de alcanzar deiforme figura
y cantadas hazañas,
luce orgulloso fulgente armadura
y calza tus grebas hermosas,
blande en tu mano broncínea lanza
y tachona tu espada con clavos de oro;
se osado y desdeña la ira
de dioses que no son propicios,
pon a tu carro corceles de áureas bridas
y raudo ataca con ánimo altivo
a furiosos aqueos
y a pélidas ligeros de pies:
Que la gloria encuentre tu puerta
y sea gratificado el esfuerzo
con un sueño sosegado y distinto.
Que no fuerce tu mano mezquina
a la bella de blondos cabellos,
ni la engañes con vagas promesas
que no sabes si habrás de cumplir.
No estés seguro, ni jures
que cruzando el argentado Escamandro
en la tarde arribarás hasta Ilión.
Tampoco serán las enormes murallas
un refugio inviolable y seguro
que proteja la prenda raptada.
Cuando creas disfrutar extasiado
porque has invadido los sueños ajenos
no respires tranquilo ni duermas,
¡vive tu propia vigilia y desvelo!
Serán insomnes tus noches
y sin sosiego el errar de tus días,
porque alguien vendrá desde lejos
escoltado por sordo clamor solidario
y airado querrá reclamarte lo suyo:
¡Si le has arrebatado sus sueños!
No pongas a prueba a la diosa Fortuna
ni arruines la seguridad de tu pueblo,
no lo conviertas en escudo obligado
ni salvaguardia de tu acto inmoral.
La impactante ciudad plateada,
los bravos guerreros que cargan
pesada y flamante armadura,
tu amada familia, los caros amigos,
los niños que añoran sus juegos,
los inadvertidos extraños
que cruzan tu camino y los días
sin sospechar de tus actos:
¡Todos, sin falta, tendrán que sufrir!
Sustraerle los sueños a otro
es desatinada y flagrante locura
y los inocentes tendrán que pagar.
Si todavía en deseo insensato
te estremece alocada quimera,
desciende glorioso hasta el Hades
sin buscar el camino fortuito de Troya:
¡sólo alcanzarás a existir para ver…
las llamaradas finales de Ilión!