Colombia, julio de 2012 - No. 8


Editorial Gotas de tinta
   
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Novena velada de Gotas de tinta

El idealismo subordina la realidad de la materia a la realidad de la mente.
(Alberto C. de la Torre)

El examen de la vida en el universo constituye un reto sorprendente y maravilloso, desafiante por cuanto impone el acceso a una fecunda bibliografía que exige un notable esfuerzo de síntesis. Los discernimientos sobre el origen de nuestro sistema solar parecen confirmarse en sus líneas generales a medida que se descubren sistemas en formación más allá del Sol, y ello aporta unos importantes elementos de juicio para comprender cómo se organizaron materia y energía y cómo se forman, evolucionan y mueren las estrellas, a cuyo amparo surgen los elementos constitutivos de la vida: carbono, oxígeno, nitrógeno, etc. a partir del hidrógeno preexistente.

Consiguientemente, si hay otros sistemas solares y en las estrellas que gobiernan tales sistemas se cuecen los ingredientes primordiales de la vida, así sea éste el sistema natural más complejo que existe, inferimos la eventualidad de su formación en otras regiones si hay condiciones que la acoten.

Pero si estamos discerniendo sobre la vida, es preciso decir lo que ella es, y la respuesta la hallará cada quién, según su formación, desde la ciencia, la revelación, o el arte.

Desde la revelación se reconocerán unas cosmogonías y se afirmará lo creado como una obra de dios. Sus predicados devienen de la autoridad de un profeta y son apodícticos.

La ciencia la disto de la filosofía por el origen de sus objetos de conocimiento; en tanto el objeto de conocimiento de la filosofía es creado por el sujeto cognoscente, es endógeno, el objeto de conocimiento de la ciencia se encuentra en el mundo externo a nuestra conciencia, aquél que permanecerá cuando desaparezca el sujeto cognoscente.

Esto conlleva por supuesto una notable diferencia en la forma como estas disciplinas avalan sus predicados: mientras la filosofía lo hace remitiéndose a una instancia superior la ciencia ha de someterse a la sanción empírica, al juicio final del experimento.

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