Colombia, julio de 2012 - No. 8


Editorial Gotas de tinta
   
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Pasión gitana, óleo 81 x 1.50
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Décima velada de Gotas de tinta

Hasta el 18 de julio podrán disfrutar de la obra pictórica de María Victoria Ortiz, Tota, artista plástica y escultora. La apertura fue el siete de junio pasado. En el salón de exposiciones de Comfama San Ignacio (Medellín), nos reunimos los amigos, familiares e invitados para compartir una copa de vino. Buenos observadores, muchos admiradores y la opinión de algunos expertos como la del profesor Miguel Ángel Betancur, su antiguo maestro e iniciador. Pascual Ruiz, de trayectoria en el medio, estuvo entre los visitantes. El buen gusto de Álvaro Echavarría, de formación familiar. La mirada escrutadora y reflexiva de David Marín, joven poeta, destacado como ganador de la Beca de creación Poesía Jóvenes Inéditos 2010. Y la emotividad de las palabras del también escritor, Georges Weinstein,  miembro del grupo Gotas poéticas; Todas ellas fueron parte de las manifestaciones de adhesión recibidas por Tota. La sección dedicada a sus esculturas, fue la más visitada. Lamentamos saber que por razones de seguridad, después de la exposición, la retiraron.

Para disfrutar la obra, para dejarme seducir por el tema, la composición y el color, volví una mañana. La inauguración es un acto relacionado más bien con la curiosidad o con la amistad.

Quería entregarme a cada cuadro, conversarle, permitirme el goce de una idea, plantear el sinsentido de la pregunta sin respuesta. Estar ahí a la espera de recibirla, de darle otra vida con la interpretación. Quedarme con la obra en su recorrido de verdad ya liberada de la autora. Prescindir de los juicios de valor comprometidos con el concepto social y académico.

Asumo entonces la responsabilidad de la opinión: Me permito en primera instancia, modificar el nombre de la muestra: “Prosa poética al pincel”.  De corrido, entre lienzos y trementinas, me pregunto: ¿Qué tan necesario es ganar? Es decir, ser catalogado entre los mejores. ¿Depende en alguna medida de la suerte? Vender, dicen, es el propósito. Sin embargo, las ventas tampoco han demostrado ser una medida de valor en el arte. Si la expresión lograda concilia al objeto con el sujeto, el artista satisface una aspiración íntima.

En el caso de Tota el arte es abierto, subjetivo y discutible. Lo practica sin inhibiciones, lo transmite siguiendo la fluctuación de sus estados. Hay una gran vitalidad en su expresión. Muestra cada cosa en su pureza. Maneja una paleta de colores sobria, muy a tono con la idea. Los matices más oscuros de la madera los degrada y consigue  con trazos sueltos la aparición de los colores vivos. Es una obra llena de movimiento, compaginada con lo  orgánico, inspirada en su pasión por lo vegetal  y la necesidad del elemento humano. Al integrarlo, complementa su tono vanguardista: Pasa del desafío del  árbol,  a los rayos de luz; del vuelo de las hojas, a la expresión bruñida por el paso del tiempo en un trozo de naturaleza muerta; de unos ojos cerrados, al desenfado del cuerpo y la voluptuosidad; de la severidad de la mirada, a la plenitud de un pensamiento con rostro de mujer y a un abrazo integral como cierre del vínculo fraternal entre ser y naturaleza.

Tota es vida. De ahí la fuerza transmitida en cada rasgo. Tiene destreza, por eso consigue en la mirada de bronce de sus esculturas tal expresividad. Es pasión. Una pasión represada por años a la espera de salir a la luz para mirar con ojos propios, para desfogarse a partir de su encuentro con el arte, en obras como Pasión gitana cuyos brazos abiertos recuerdan los suyos siempre dispuestos a rodear al otro de su admiración. Tota siente la poesía, la integra a su pincel, crea para evidenciar la belleza, para hacerla sentir como en sus Seres de luz, con esa fidelidad de quienes han entendido la vida como un compromiso con ellos y para ellos.


Después de acompañar a Tota a la inauguración de su retrospectiva "Poesía de la naturaleza", en la sede de Comfama, en el centro de Medellín, tuvimos una amena charla con ella.

Con palabras sencillas, nos contó cómo fueron sus inicios y las motivaciones en el campo de la escultura y la pintura. El disfrute con la arcilla, las clases que recibió y la influencia de ver a su madre moldear la plastilina. Jugaba con los colores “como una muchachita”. Recordó el momento en que le tocó dibujar a una modelo; “no era  bonita ni de un gran cuerpazo, pero la veía divina, con su redondez y sus senos caídos. Todo lo natural, la vegetación, la mujer, el hombre… ahí no hay líneas rectas”. “En cualquier cosa que uno ve hay belleza.” La influencia de los clásicos no pudo faltar en su vocación artística. “El arte a mí me enseñó muchas cosas.”

Tota, la escultora y la pintora, ante todo, transmite vida, alegría y optimismo en su obra y en la conversación. Es una mujer sumamente optimista y positiva. Ama lo que hace, lo disfruta, lo siente intensa y plenamente. “La vida de uno es como un río, se va pasando por él” –dice con calma. “Este momento es el mejor”, enfatiza seriamente. “La vida es muy bella”, repite. “Muy corta…, como un chispazo. Ahora estoy en mi chispazo, es el ideal, me llena. Aprendí mucho, aprendí a ver. Antes no veía así. Ver el mundo, disfrutar las emociones lo hace vibrar a uno. Soy feliz. He vivido bien, con tropiezos como los tiene todo el mundo, pero ésta…” Tota ve la parte positiva, el lado bello de las cosas. Cuando camina, que lo hace a diario, aprovecha, observa y recoge material para sus obras. “Si todo el mundo fuera pesimista, sería gravísimo. Cuando se es positivo, se saben los problemas, no se pueden negar”.

Nos contó cómo su cuadro, Seres de luz, salió de una frustración. Marchó con su hijo el 4 de febrero del 2008. Se dijo que la marcha era contra el secuestro… aunque “a mí los desplazados me duelen más”. Pero se decepcionó al comprobar que los promotores la convirtieron en un acto contra unos y a favor de otros y de una reelección. Entonces pensó: “Qué dicha pintar un cuadro que muestre cómo debe ser una marcha.” Y así nació Seres de luz”.

Tota, como una gran cantidad de colombianos, se preocupó por la aprobación de la reforma a la justicia, “el acto más grave del cual se tenga noticia en la vida constitucional del país”. “En la práctica se quería dar un golpe de estado a la constitución del 91”, comentó.

María Victoria Ortiz, Tota, es, pues, un personaje cálido, de una mentalidad abierta, sensible a los grandes problemas humanos y de nuestra nación. Pero sobretodo, es una mujer que inspira vida, que ama la vida, que goza la vida. A la que le debe mucho. Aporta a quienes la rodeamos su grano de arena.


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