Colombia, julio de 2012 - No. 8


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  Orlando y Rodrigo
 
   
 

Catalán, una obra de revelación

Que un adolescente a los dieciséis años haga una especie de largometraje sigue siendo una sorpresa. Si bien es cierto que a partir de Orson Welles y de los directores de la Nueva Ola Francesa el oficio de director pasó a mano de los jóvenes en un proceso que todavía no se detiene, un grado de precocidad como el de Rodrigo Restrepo no se da todos los días.

Catalán es un trabajo que pertenece a Rodríguez en su integridad, tal como él mismo ha tenido oportunidad de explicarlo en algunas exhibiciones de la obra y lo repite en el texto de la entrevista que ahora se publica. Copar la casi totalidad de los oficios del proceso de realización habla a las claras de su vocación creativa y deja la sensación de un joven al que le interesa el audiovisual para expresar cosas y poner su mirada en el mundo que lo rodea.

Rodríguez apenas empieza, tiene toda la vida por vivir y eso es también lo que entusiasma en presencia de una pieza como Catalán. Será el tiempo el que al final nos diga si el joven cineasta que allí se anuncia encontró los caminos correctos para dar salida a su impulso de creador. Por el momento vale la pena mirar y sorprenderse con Catalán y darle la palabra al joven Rodríguez para conocer su propia versión  de lo que ha sido su corta y prematura experiencia de cineasta.   

1. ¿Cómo te interesas en el cine? 

A los 10 años comienza mi interés por hacer videos, cuando mis papás compran una cámara digital. Con esa cámara realicé videos caseros que despertaron esa inclinación que tenía por el cine. A los 14 años, cuando compro mi propia cámara, ese interés ya se vuelve algo más serio.

2. ¿Cómo, de manera tan prematura, decides hacer películas?
Lo que en verdad me llevó a esas ganas de hacer una película fue mi primer cortometraje, Cuentos de Fogata.  Fue la primera vez que trabajé en un proyecto que requería actores, fotografía, edición y me quedó gustando mucho todo el proceso. 

3. ¿Cómo adquiriste el entrenamiento mínimo para el trabajo en Catalán, hiciste algo antes?

Con Cuentos de Fogata  adquirí una dimensión más grande de lo que era hacer una película y los aspectos técnicos que requería. Por otro lado, para escribir el guion leí el libro Cómo hacer un guion para cine y televisión de Eugene Vale. De resto fue ver videos en internet y leer textos de cine.

4. ¿Qué oficios hiciste en Catalán?

En Catalán hice de director, camarógrafo, guionista, editor y productor, con la gran colaboración de mi papá en la producción, Juan Francisco Zárate en el guion, y el resto del elenco en todos los aspectos técnicos.
5. ¿Qué sigue en tu vida de cineasta en el futuro inmediato?
Planeo ir a estudiar al exterior una carrera en dirección de cine, pero antes de eso realizar algún proyecto, quizá un cortometraje.

Catalán, vista por Jarameo (Jairo Arango)

Por ser una película de un joven que no conozco y que, además,  está fuera de los círculos que controlan los dogmas de fe sobre cualquier expresión artística que se preste para que se constituyan en autoridades así sean sordos y ciegos  pero no mudos, me  atrevo a decir algo de lo que sentí y vi.

A esta película simplemente llegue como un observador desprevenido, como quien siente el tiempo, el espacio y el movimiento de las imágenes en la pantalla; el conjunto me absorbió, logro mantener mi atención sobre la trama, sobre las imágenes, sobre lo silencios que vi y sentí, sí señor, en esta muestra hay futuro. Claro que hay deficiencias, trivialidades, como el final o la música de fondo,  pero dicen que preguntando se llega a Roma.

Uno de los momentos me llegaron, entre otros, fueron cuando el personaje principal desplazaba sus silencios, sus miedos y su decisión. En ella se palpan sin mucho esfuerzo un buen manejo de la cámara, foto-temas en movimiento (esto me lo invento yo, no sé si se puede decir de esta manera).

Atreverse  es un  paso colosal hacia cualquier expresión humana y de ahí en adelante basta tener en cuenta que solo se aprende practicando lo que la humanidad  no ha dejado de hacer: “el ensayo error”.
Como fotógrafo autodidacta, mi mirada se ha formado alrededor del  tema, sobre  fotos temáticas que cuentan una historia.

Alguna vez  Marcos Vallejo soltó la siguiente afirmación: una buena obra debe ser muy bien escrita pero, pero que conmueva.

En Rodrigo hay madera para mucho rato; le deseo buenos vientos y buena mar, que estudie, que mire, que compare, que oiga, pero que no cree ni crea en dogmas. Los dogmas nos hacen ciegos, sordos mudos y autoridades…


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