#Belleza y muerte del río Magdalena en el óleo de Sair García
Fotos: cortesía Sair García
El artista logra que el lector navegue por el río Magdalena en un barco imaginario lleno de pinceles, colores y poesía, desde su nacimiento en el suroeste colombiano hasta su desembocadura en el Caribe.
Colombia, 2 Feb. #El río Magdalena, testigo mudo de la violencia y la miseria en sus riberas, víctima del implacable cambio climático y a la vez belleza natural de los Andes, fue la inspiración del maestro Sair García para narrar con sus pinceles las sinuosidades del principal afluente de Colombia y dar origen a su obra: Magdalena.
El maestro Sair García, artista plástico de la Universidad Nacional de Colombia, quien nació y creció en las riberas del río Grande de la Magdalena (nombre original de este afluente), presentó el pasado 30 de enero en el #Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO), su libro Magdalena, que es una verdadera joya de arte, pero a la vez una impecable y maravillosa crónica de un fragmento de la historia y belleza de este país suramericano.
El libro ‒que está disponible en la librería del MAMBO‒ tiene el prólogo del crítico de arte y curador Eduardo Serrano y dos textos: “LA CASA EN EL AIRE”, del historiador Christian Padilla, y “EL GRAN RIO”, del docente Henry Eljure Acosta, que ayudan a comprender y contextualizar la obra desde perspectivas diferentes.
En las 253 páginas de este libro-arte, el maestro logra que el lector navegue por el rio Grande de la Magdalena, en un barco imaginario lleno de pinceles, colores y poesía, desde su nacimiento en el sureste colombiano hasta su desembocadura en el Caribe.
El alto, medio y bajo Magdalena, con sus mil 540 kilómetros, están retratados en cuadros al óleo sobre acero inoxidable satinado, un trabajo que demandó del autor una investigación de siete años para mostrar ‒según sus palabras‒ “la belleza y sinuosidades del río más importante de Colombia. Mi intención siempre ha sido que este libro sea un documento”.
La obra Magdalena se constituye en el único #libro-arte, que es a la vez un documental visual sobre las entrañas históricas, culturales, sociales y económicas de este afluente cargado de “vida y muerte, riqueza y pobreza, realidad y ficción, progreso y retardo, maravilla y precariedad”, como lo reseño el historiador Christian Padilla.
El objetivo de la investigación ‒según el autor‒ era poder “mostrar el devenir del río Grande de la Magdalena. Todos los aspectos que lo rodean, desde su función en cuanto al desarrollo que llevó siempre, hasta su difícil papel de contenedor de infaustos acontecimientos”.
El libro Magdalena ‒dijo Sair García‒ “es de las cosas más importantes en mi carrera. Dejar un libro documento a las nuevas generaciones, es y será un sueño cumplido y un gran logro en lo personal y en lo profesional”.
Al autor le interesa que la obra le llegue a “quienes tengan un poco de sensibilidad, no solo por el arte, sino también por la cultura del río, a las nuevas generaciones, que deben saber el papel preponderante del río Magdalena en la historia de nuestro país”.
Para Eduardo Serrano, el maestro Sair García “supo mezclar la naturaleza y la industria, la tradición y lo inesperado, y más importante todavía, supo utilizar esta enriquecedora aleación expresiva de conceptos aparentemente adversarios, como eje de la argumentación que origina sus imágenes”.
“García ‒agrega Serrano‒ no solo propone un arte que atrae por su impecable ejecución, por su atractivo cromático y por el singular logro de su experimento con pigmentos y metales, sino que también motiva a sopesar los valores que la sociedad ha proyectado sobre el Magdalena al evocar con su solo nombre: el dolor y la belleza, la pérdida y la luz, la descomposición y la inocencia”.
Magdalena ‒subrayó el crítico de arte‒ “no solo tiene historia y hace especial sentido en el mundo actual, sino que puede considerarse como un anuncio de transformaciones futuras en el arte y la sociedad Colombiana(…)”
Después de deleitarme con cada uno de los cuadros que están compilados en el libro Magdalena, y leer los textos que lo complementan, en la retina y en mi mente quedaron recuerdos, añoranzas, tristezas, bellezas y sobre todo la esperanza para que el río Grande de la Magdalena, se convierta en territorio de vida y belleza.
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