33 – Elkin Gaviria M.

Nació en la ciudad de Medellín, en el año 1956. Desde sus estudios en artes plásticas en 1993, su tiempo lo ha dedicado a su obra pictórica.

Como su interés ha sido en las múltiples manifestaciones del arte, desde el año 2010 se interesa en la escritura, por lo que ingresa al taller de escritores en Asmedas con el profesor Luis Fernando Macías. Luego, con él, en el taller de Comedal; y desde allí inicia el libro: Jairo y el barquito a vapor.

Inicio escribiendo poemas y relatos, para luego encontrar su forma de comunicarse a través de los cuentos.

Participó en el 2014 en la antología de cuentos de Comfama y el Metro de Medellín “Cuentos para toda clase de niños” – Autores varios. Ejemplar número 63 de Palabras Rodantes.

ISBN: 978 – 958 – 5530 – 10 – 2 – Hilo de Plata Editores, Medellín, Colombia. 2019

Jairo y la navidad

Lucía, Teresita y Jairo, estamos en diciembre armemos el pesebre de navidad. En estas cajas están las figuras de José, María, el niño Jesús, los pastores y los reyes magos. Y también las casas y los castillos de Belén‒les dijo su papá.

‒Nosotros Rodrigo, armemos el mueble con una mesa, varias tablas, y las forramos en cartón‒dio la instrucción el abuelo.

‒Niños, vayan a recoger musgo en el bosque, para que se lo pongan al piso, y así parezca  manga de verdad –les dijo su papá.

Los niños regresaron con el musgo.

‒Yo hago los valles. Usted Teresita, haga las montañas, y usted Jairo, rellene por ahí en los rincones ‒habló Lucía.

‒Jairo, rápido, mire todos esos huecos sin tapar.

‒Si, si, ya voy.

‒El musgo, parece manga de verdad y como huele de rico, ‒dijo Jairo.

Al abrir las cajas, salió un aroma a madera, papel encerado y a plástico. Al fondo  encontraron las figuras del pesebre.

‒¡Me encontré la virgen! yo, la pongo en la casita.

‒Y yo cogí a San José. Que va al lado de la virgen‒dijo Teresita.

‒Yo tengo al niño Jesús, lo voy a poner entre ellos dos‒comentó Jairo.

‒No Jairo, a él no lo puede ubicar todavía ‒Le dijo Lucía.

Por ser la mayor, sabía más de pesebres.

‒¿Y ustedes porque si pueden poner a la virgen María y a San José y yo no puedo situar al niño Jesús? ‒preguntó el hermano.

‒Jairo, es que el niño Jesús se instala el veinticuatro de diciembre por la noche, que es cuando nace ¿Jairo, si entiende por qué no lo puede ubicar antes de ese día?

‒Espere un momento a que aparezca la cunita donde él se acuesta, y la acomoda usted.

‒Me encontré la cunita, la voy a situar‒dijo Teresita.

‒No Teresita, a mí es al que me toca ponerla ‒No Jairo, como yo la encontré, yo la coloco, usted pone otra figura. Vaya y busque en la caja.

‒Eh, ¿Cuándo será que puedo colocar algo en el pesebre? Voy a buscar por aquí. ¡Huy que me encontré! un señor muy elegante. Tiene gorro de tela, de vestido largo, y con una copa en la mano, ¿Y este señor quien será? ‒Preguntó Jairo.

‒Ese es un rey mago y se llama Melchor. – Le dijo Teresita.

‒Listo lo voy a situar.

‒No Jairo, ese lo puede ubicar el seis de enero, que es cuando él y los otros reyes, Baltazar y Gaspar, llegan a visitar al niño Jesús.

–No importa los voy a buscar.

‒Ni los siga buscando, porque no los puede ubicar ‒Volvió a refutarle su hermana.

‒Teresita, a ellos si se pueden ubicar, pero que vayan por este camino, lejos de la casita, como buscando estrellas en el cielo, hasta que encuentren la más brillante, que les indica donde estaría la casa del niño Jesús ‒Explicó Lucía.

‒Me encontré un señor que lleva un animal peludo en el cuello y ¿este quien será?

‒Jairo, ese es un pastor, préstemelo yo lo llevo al pesebre. ‒y se lo arrebató Teresita.

‒¿Bueno, y yo cuando es que situó las figuras‒Le alegó Jairo.

‒¡Eso! me encontré un señor motilando a un animalito.

–Jairo, ese es otro pastor, y está motilando una oveja. Yo lo ubico, la que ubicó el primer pastor, es la que los sigue ubicando. Siga buscando los reyes en la caja ‒dijo Teresita.

‒En esta caja no hay sino un ovejero, de esos tales pastores, entonces ¿me imagino que usted las va a situar todos Teresita? Usted, sí que va a poner figuras, porque no hay sino animales de esos. ‒protestó Jairo.

‒Lucía, como le quedó de bonita esa casita, entonces ¿usted es la que ordena las casitas? ‒preguntó Jairo.

‒Yo mejor me voy a buscar en la otra caja, a ver si encuentro esos tales reyes, a ver yo miro, un caballo, un perro, patos, gallinas, un señor con una vara de pescar, una vieja con una canasta de frutas. Y esos reyes, nada que aparecen.

‒Jairo, páseme todos esos animales, que yo soy la encargada de los animales. ‒le dijo Teresita.

‒Y a mí páseme la vieja con la canasta, que yo la se situar – Le dijo Lucía.

‒¿Y este espejo? –Preguntó Jairo.

‒Ese es un lago donde nadan los patos, los gansos, los peses, y pesca el señor de la vara.

‒¡Yo lo situó! gritó Teresita, yo soy la que encargada de que los animales naden en el lago.

‒Usted si pone es todo. ‒le protestó Jairo.  

‒Encontré otro rey de esos, pero parece cojo, es muy bajito.

‒Jairo, ese es Baltazar y no es cojo, él está arrodillado, adorando al niño Jesús.

‒¿Cómo se llama el rey mago que me falta? ‒Gaspar, le contestó Lucía.  

‒A bueno. ¿A ver por aquí, estará Gaspar? ¡Gaspar! ¡Gaspar!‒lo llamaba Jairo.

‒Espérese tranquilo, que él le va a contestar.

‒No moleste Teresita, yo estoy llamándolo para que aparezca. ¡Huy! Este tan bien vestido tiene que ser Gaspar.

‒Muestre Jairo yo le digo. ‒Mire Lucía. Si ese es. Ahora si puede poner los tres reyes, pero lejos de la casita, y que parezcan como perdidos, mirando para el cielo.

‒¡Eh! por fin pude poner algo.

‒Jairo usted es el encargado de que los reyes caminen todos los días un poquito hasta que lleguen a la casita, pero no se le puede olvidar, que todos los días anden un poquito ‒le dijo Teresita.

–Lucía, ¿y a qué hora muevo los reyes?

‒Cuando recemos la novena. ¿La novena? Y ¿eso qué es?

‒Es la oración que se hace todos los días, para pedirle al niño Jesús que nos haga ser más obedientes. Oiga bien eso Jairo‒le dijo Lucía.

Y así, la familia se reunía en las noches a rezar la novena, y Jairo, desorganizaba el pesebre cada que movía los tres reyes magos.

‒Jairo, muévalos pero sin dañar todo ‒lo regaño su hermana.

‒Teresita, desde que empezamos a armar el pesebre, usted parece la dueña, no me dejó poner ninguna figura. Y los reyes que fueron los que puse, los tengo que mover todos los días. Teresita, a usted también le toca mover las figuras que usted colocó, pastores, vieja con canasto, pescador, gallinas, perros y todos los animales.

‒Eso no es así Jairo. El que tiene que mover las figuras de los reyes es usted. Mis figuras no necesitan moverse.

‒Teresita, los reyes son personas vivas y hay que moverlos, sus figuras también son vivas y las tiene que mover, porque el pesebre tiene que estar distinto cada día.

‒No mijo, ese pesebre así es muy cansón.

‒Teresita, solo a Lucia no le toca mover las casas.

‒Y si usted no mueve a esos pastores con las ovejas, los perros, las gallinas, y todas sus figuras, entonces yo no muevo los reyes magos.

‒Jairo, pues usted los tiene que mover porque ellos van caminando a la casita del niño Jesús.

‒Pues Teresita, si usted no mueve sus figuras, yo tampoco muevo las mías.

‒Jairo, entonces los reyes magos no van a llegar nunca a la casita.

‒Claro que si van a llegar.

‒A que no van a llegar.

‒Teresita, a que sí.

‒Jairo, ¿Y cómo van a llegar entonces?

‒Oiga Teresita, como ellos son Reyes “Magos” hacen magia y llegan a la casita.

17 de noviembre 2016

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