30 – Catalina Chontasi Trujillo

Usa bordón: de guayacán o de guayabo.
Todavía, con todo, es un viejo derecho y ágil.
Quizá la mano le tiemble un tanto, la mano de dedos nudosos,
pero el bordón es sólo un resabio de caminante.

Dos rasgos, sobre todo, resaltan en el rostro magro:
la quijada saliente
y los ojos de una inquietud atenta.
Van del sarcasmo a la inocencia, al gozo, a la duda.
Ya estudian burlones a la gente que pasa.
Ya se fijan, mansos y lúcidos, en las palomas. 

Y todo lo que ven es asunto de su lento monólogo,
todo casa en la larga meditación que lo ocupa.
En ella cada cosa tiene un lugar y un sentido.
Es una pregunta, una señal.

Y esa forma suya de hablar, con vocablos redondos, duros.
Uno sabe: esto es mío. Se reconoce.
Usó para pensarnos el dialecto que hablamos.

Es preciso, dijo, acallar la propia algarabía
—el silencio es una conquista, un fruto difícil—
y quedarse donde lo coja a uno el amor,solo, despacio, paladeando, tocando.

Textos de José Manuel Arango en Pensamientos de un viejo.