Oriunda del departamento de Caldas, radicada en Medellín desde el año 1983
La segunda de una familia de siete hijos. Inició sus vínculos literarios en el taller El desquite de la palabra de San Antonio de Prado dirigido por Antonio Betancur. En la actualidad estoy vinculada al taller de escritores “El sueño del árbol”, municipio de Itagüí, dirigido por el poeta Omar Gallo.
Premios:
- Ganadora del “II Concurso Internacional de Poesía Atiniense 2011” con la obra Refugio; publicado en la página atinaargentina.com y en YouTube publicación de video en la voz del Poeta Español Emilio Pérez Delgado.
- Ganadora del 2º Certamen “Picapedreros” de Poesía Fase externa en Daroca (Zaragoza, España), con la obra “Disertaciones”, organizado y publicado por la revista “La Oca Loca”, 2012.
- Ganadora del Concurso de Poesía ‘Clubabuelos’, 2012 (Buenos Aires, Argentina) y publicación de la obra en la antología Abuelitos por la editorial Lulú en la pagina (lulu.com/es).
- Tercer puesto del Certamen Internacional de Poesía María del Pilar Escalera Martínez en Rodenas provincia de Teruel España 2012.
- Finalista del III Concurso Corazones Lateversos de Guadalajara en el Festival de Poesía de Guadalajara, España, 2012, con la publicación de cinco poemas en la página arriversos, publicaciones en el 2013, 2014, 2015 y 2016.
Participaciones:
- Tertulias en el municipio de Envigado.
- Tertulias Culturales en la “Rotonda Cultural del CAMI”, Itagüí.
- XV Parlamento Internacional de Escritores de Cartagena 2017.
Refugio
Cimiento de aparejos ancestrales
donde el linaje inicia sus albores,
eres del germen la morada santa,
cuna oscilante de temprano sueño.
Chocolate con sabor a estirpe,
colcha de retazos con hilos de madre,
urdimbre de abrazos que cobija casta;
sostén infalible de todo naufragio,
cuando todos callan la progenie habla.
Solaz del proscrito y del retenido
puntal enraizado de testa madura,
bastión de la historia sublime reclama
la médula intacta de huesos que hablan.
Disertaciones
No estoy en tu lista de amaneceres
ni en tu órbita nocturna,
no estoy en tus furtivas dudas
ni en tus certezas.
No estoy en la espuma de tu almohada
ni en el borde de tu cama.
Estoy en la presencia de tus horas
en las rayas borrosas de tu sábana,
en las flores ausentes del jarrón,
en la música sin notas de la guitarra
que incansable reposa en el rincón.
Estoy en la silla vacía del comedor,
en la hornilla sin olores de la cocina,
en las pisadas mudas de la escalera;
estoy en los olvidos de tu memoria.
Vital esencia
Aroma longevo que caminó
junto a primeros pasos,
dedos de sabiduría
que soportaron mi equilibrio.
Aprendí más fácil mis primeras letras
porque tu pronunciar es sin afanes
y el gris de tus cabellos
me mostró un horizonte blanco
para sembrar ensueños.
Caminaste paralelo a mis pisadas
para no estropear mi andar travieso,
te meciste conmigo en el columpio
mostrándome que se puede volar,
sin tener alas.
Tu vestir abrigado e impecable
me enseñó a ser cauto
en las tormentas y callar
para oír el sonido de la lluvia.
Fue tu voz la huella luminosa
del laberinto de mis dudas,
en cada reposo de tu aliento
se adivinaba una enseñanza.
Los surcos afables de tu rostro
me forjaron la ruta y los senderos
que debo afrontar a cada paso,
tu cálida y rugosa mano
me infundió el tesón y fortaleza,
que viajan en la vena de los años.
Recibías mis quejas con afecto
y con tu magia de profeta,
terminabas haciendo del encono
un aliado del perdón y las ofensas.
Para secar mis ojos desolados
te hincabas ante el temblor
entrecortado de alguna travesura.
De tus bolsillos
saltaban caramelos de colores
cuando premiabas en secreto
mis gracias y andares de pilluelo.
Abuelos, vocablo de recuerdos,
emblema de proverbios y de lemas;
complicidad y sortilegio,
palabra del plural de los ancestros.
Balas muertas
El cuarto mes del año nono,
en El Encanto el plagio se avizora,
irónico suceso que estremece;
le toman por rehén a sangre y fuego
y a morir le condenan sin espacio,
pero el revólver y el fúsil
se niegan a partir su pecho;
ante el designio santo
las balas agonizan y se mueren,
porque al valor lo premian con la vida.
Sin tiempo
¿Qué habré de responder
cuando termine la absurda espera?
Esta nación de doble mar
y un corazón por estandarte,
qué espera de mi lengua,
después de haber perdido
tantas auroras con el sol de frente
y haber partido tardes sin dejarme nada.
¿Habrá de recordarme el aire
atrapado en mis ventanas?
¿Qué imagen guardará el espejo,
mostrará la alfombra mis huellas?
¿Qué habré de contestarle
a mis encuentros con la brisa?
Quizás no diga nada,
mi hora es arena congelada.
Encadenada
Siento grilletes
y blasones brotan de mi pecho
cuando de verde soledad
se habla en mi patria.
Diálogos de humedad
entre promesas vanas,
púas de silencio
que entorpecen y amilanan.
Anuncios de libertad
que se profanan
taladran la esperanza
y ejecutan la buena fe
de los que hacen mucho
penden del hilo del suplicio.
Anonimatos
Estas sombras que vienen,
llegan vestidas de muerte
y la muerte es ya una sombra;
un letrero en el ramaje del techo,
su vigía onírico de turno.
El tiempo es limosna del olvido,
la ráfaga no permite distinguir
entre la fiera y el verdugo.
Se cuelan los grillos
en la almohada de tablas
y un padrenuestro languidece
cada vez que en las rayas-tronco
se disuelven sus horas.
Fraude en la calle veintiséis
Una vez más el aguijón de la codicia
como ave colorida nos muestra su artificio,
condena sin piedad al perplejo sacrificio;
un caudal de respiros ahoga la mundicia.
Construyen a destajo con polvo adulterado,
volcanes congelados que violan transparencia
aletargan los sueños y aplastan la conciencia,
entre lunas y soles de un pueblo consumado.
Los puentes y calzadas reclaman con justicia
sembrar en las simientes semillas de decencia
que acaben los flagelos y cese la inmundicia;
borremos de la tierra la breña y la avaricia,
vistámonos de fuerza, no más indiferencia.
El lenguaje de la tierra
Un neviscar en el desierto,
dos horizontes en un día;
nimbos se proyectan
en su propia sombra.
Mensajes de una madre
que hace siglos parió ríos, mares, árboles,
y un sinnúmero de especies animales,
algunos con suma inteligencia.
Un candelabro tallado sobre arena,
símbolo de adoración a la proeza;
un rey se santigua visionario
como súplica de Dios por esa madre
a sus hijos mayores los humanos,
para que se detengan ya de agravios
con esa piel morena que agoniza.
Transitad pues, y a plenitud en un respiro,
para recuperar olor a verde
y devolver al aire la libertad de alas y trinos.
Legado
Dejo las posesiones terrenales
a quien pueda gozar de mi estipendio;
las espirituales las sopeso
en la balanza de mis culpas.
La herencia poética se la dejo al tiempo
y esa vena romántica al olvido;
si alguna parte de este cuerpo sirve,
la dono al que quiera seguir viviendo adrede.
La excelsa propiedad sentimental,
mi prosapia, queda en manos del altísimo
para que sea la rosa de sus vientos.
La alegría e ilusiones las otorgo al aire,
sueños de libertad para mi patria,
para sus pasos breves
que apenas estrenan los abrazos.
El amor y las locuras se las lego al agua
y al corazón febril de los amantes;
la soledad y la tristeza de los versos
y esas fantasías de arco iris, las dono
al vientre azul de mi soleada playa.
A los renuevos les dono los delirios
galopantes de la noche en el recuerdo
cuando el silencio duerme.
Nombro por unanimidad de los sentidos,
testaferro de quimeras,
al sonido de hojas
que marca la senda del otoño.
El talento escribiente e inspiración
y ese talante de español crujiente,
se los devuelvo al Creador;
Él sabrá protegerlos mientras llego
para cantar los salmos misereres.
Cuando haya cesado el respiro en hilo,
quiero como sudario una túnica de besos
y como jaculatoria,
ese poema anónimo
que me heredó la Nana.
No quiero gritos ni llantos plañideros,
una hermosa canción de despedida
y un adiós de violines en mi duelo.
Por último, no quiero que me velen.
¿Qué me pueden velar?
No tengo plata, oro, ni esmeraldas
y es vertical la propiedad que me acompaña;
sólo poseo la escritura de mi savia
y acabo de entregarla en estos versos.