28 – Mara Agudelo

Toledo, Antioquia, 1931. Ha escrito 13 libros, la mayoría de poesía.

Muchos de sus poemas han sido traducidos a varios idiomas y han aparecido en antologías poéticas.

En 1967 publicó su primer libro de poemas: Tropel de quejas, U. de Antioquia. 

Vida dedicada a la docencia (primaria y secundaria),  a actividades culturales y periodismo. Cofundadora del Encuentro de mujeres poetas de Antioquia.

Laboró con el Gobierno Departamental en la Contraloría, con el Distrito Especial de Bogotá en la Registraduría  y con el Ministerio de Agricultura en Cundinamarca y otros departamentos del país. También, en Bogotá, en encuestas de población y desempleo con la Universidad de los Andes. En Medellín, manejó las relaciones públicas del Grupo Cultural los Dieciocho, fue cofundadora de Mujeres por Colombia, de la Asociación Colombiana de Periodistas, Seccional Medellín, y de la Corporación Mujeres Poetas de Antioquia.

En su Revista Cultural Voces, se dedicó a plasmar las letras de diferentes autores colombianos y a exaltar su labor.

En la actualidad hace parte de la Unión de ciudadanas de Colombia.

Graffiti
    Este muro tan limpio
       y estas ganas
    intensas de escribir.
¡Amor. Justicia. Libertad!
                              Mara Agudelo

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ROSAS  AL VIENTO…

(libro de epigramas)

Editorial Todográficas, Medellín

2015

Un libro muy pequeño, 8 x 10 centímetros –casi como ella–. Y, en cada página refulge –labrado– un epigrama: “ese pensamiento breve de tejido poético, urdido con agudeza”. La agudeza que ella, maestra inconfundible de la poesía, le imprimé a cada uno de sus poemas cortos.

Si se lee o se escucha a esa figura  leve (Mara) –como un epigrama– surge tal manantial de poesía, que en cada instante se comprende porque es una de las excelsas poetas de Colombia.

Epigramas 

¿La corto? ¿no la corto?
–La rosa–
                    No la corto

Llueve a cántaros…
¿En la ciudad?
No, en mi alma.

Rosas en el jardín
pétalos en el césped
                    pasó el viento

El cardo me ha herido
se venga de ser
                    cardo

La tarde
se viste de naranja
yo exprimo su jugo.

Eva enamorada
cuida el fuego
Adan,
          se incendia.

Salomé:
¿Si valía tu danza
una cabeza?

Se oye cantar el bosque
“fue esa la promesa
de los pájaros”

Rumbo a mi casa
el carbonero verde, verde,
lo adorna un petirrojo
          yo, en éxtasis.

El árbol de tu calle
          Agoniza
sostuvo, estoicamente,
          Una escombrera.

En la montaña:
Ufano canta el gallo
          desde el morro
rebuzna el burro,
la gallina pasea sus polluelos.
Llegan los recuerdos.

Obediente
la hormiga
llega con su carga de hojas.

Los políticos
Lobos feroces que se
alimentan
de votos.
¡Qué lobos
          Válgame Dios!

Cesar, el del Perú.
Yo en París con aguacero
cinco de la tarde
recordando la lluvia
de tus versos.

En Atenas,
frente al teatro en ruinas.
Absorta,
recordando la historia.

En roma,
en la fontana de Trevi
lancé una moneda
buscando la suerte
que aún espero.

Sueño
una caverna
no es Altamira.
Es un templo.
¿Me salvaré?

Hasta vencerla
golpea el invierno
en la montaña.

El rayo
abrasó a mi madre.
Quemó también mi infancia.

Dios.
La nada es un espacio
lleno de ti.
 Alegría:
Te espero desde el alba.
Ya es el crepúsculo.

Marc Chagall:
¡Qué importa que mis versos
borren el paraíso
si tus cuadros lo eternizan!

También fui niña un día
con capul y organdí.
Hoy parece solo un sueño.

Un sol ardiente
una sandía
a la medida
de mi sed.

Buscando eternamente
la tierra prometida
solo encuentro
el infierno de Dante.

¿Quién soy?
El arbusto junto a la fuente
siempre sediento.

Arriba en la montaña
el árbol
desoladamente bello.

¡Silencio!
Dice el ángel
los muertos duermen.

Caronte:
Te informo que me iré
Al otro mundo en tu barca
Pero llena de rosas.

El Amor
dicen que cura.
Entonces moriré.