24 – Luis Delgado

Apuntes sobre las elecciones estadounidenses
en clave numérica, demográfica e indignación
 

El seísmo o terremoto global creado por la sorpresiva victoria electoral de Donald Trump está siendo analizada e interpretada desde muchos ángulos y perspectivas. Las razones de esta victoria tienen raíces y causas múltiples y complejas. A mí me gustaría comentar algunos datos y aspectos que pueden ayudar a comprender esta imprevista y preocupante victoria.

Hablemos de números. El índice de participación fue de aproximadamente del 55%; un 45% optó por no participar o ésta le fue negada como consecuencia del discriminatorio sistema de voto estadounidense. Por ejemplo, en muchos estados las personas con antecedentes criminales no tienen derecho al voto. La distribución de votos es la siguiente: Trump: 62.700.000 votos, Clinton: 65.260.000 votos. Sí, estimado lector, ha leído bien, la perdedora ha sacado más de 2 millones que el ganador. Esto se debe al curioso sistema electoral estadounidense y su Colegio Electoral.

Hablemos de demografía. Hace 10 ó 15 años empezaron a manejarse estadísticas que indicaban que para mediados de este siglo las personas de origen blanco dejarían de ser la mayoría y pasarían a ser una minoría mayoritaria (pueden consultar más datos aquí: https://www.census.gov/newsroom/releases/archives/population/cb12-243sp.html). Esto generó cierta preocupación y temor entre algunos sectores de la población blanca y contribuyó al desarrollo de movimientos identitarios que contribuyeron a la victoria de Trump. El eslogan de Trump “Make America Great Again” (Hagamos que Estados Unidos vuelvan a ser un gran país) es una referencia taimada a mantener los privilegios y ventajas que en su conjunto la población blanca ha tenido históricamente en relación a los otros grupos étnicos.

Hablemos de indignación. El nivel adquisitivo y de vida de la clase trabajadora y media de Estados Unidos ha venido descendiendo en las últimas décadas, independientemente de quien fuera el inquilino de la Casa Blanca. Hay una indignación hacia la clase política en su conjunto y Trump se presentó, y equívocamente es visto como una persona ajena a ella. Algo hay de cierto, nunca ha ocupado un cargo político y él se opuso no sólo al Partido Demócrata sino a todo el aparato del Partido Republicano; incluso la familia Bush dijo que no le iba a votar. Trump también dijo que él mismo estaba financiando su campaña electoral y que por lo tanto no tendría que hacer favores a ninguna de las empresas que financian a los políticos de ambos partidos.

Curiosamente cuanto más apoyos, y estos eran casi unánimes, recibía Clinton de las élites políticas, mediáticas y culturales, más votos ganaba Trump.

Las grandes expectativas creadas por la elección de Obama no trajeron el esperado cambio de timón que muchos esperaban. Es más, uno de los legados que la presidencia de Obama iba a dejar era el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés). Los trabajadores estadounidenses recuerdan muy bien, y aún sufren, las consecuencias devastadoras del Tratado de Libre Comercio. Dejó ciudades icónicas de EE.UU. como Detroit vacías y diezmadas. Clinton apoyó el TPP, y tuvo parte en su secreta negociación, mientras que Trump prometió que éste no se firmaría si él era presidente. Veremos si lo cumple.

Luis

Un antiamericanismo primario ha llevado a muchos a decir o pensar: “El pueblo estadounidense es innatamente atrasado, retroórado, racista”. Pero seamos justos con este pueblo que nos dio el 1º de Mayo y el Día de la Mujer Trabajadora. A Trump le precede la elección de los Berlusconis, los Fujimoris, los Uribes, los Modis, los Rajoys del mundo.

Creo que estas son algunas claves que pueden ayudar a entender esta victoria, que sin duda va a traer consecuencias nefastas e imprevisibles para EE.UU. y para el mundo.