Medellín, Colombia, 1986. Ingeniero, docente de matemáticas y física, estudiante de historia y literatura; dichas labores le han permitido tener una visión y un enfoque preciso al desarrollo de su obra. Su pasión por el arte desde temprana edad, ha ayudado a la realización de historias basadas en hechos reales, y otras ficticias, en las que se permite volar la imaginación y dejan al espectador con la sospecha de que son posibles.
En Los Cantos de las Espada, plasmó la delicadeza del pasado y el presente de los corazones de hombres guerreros, abatidos por sensaciones cercanas al amor.
Dualidad
Yo estoy destinado a perderme, definitivamente,
y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro.
Borges y yo. Jorge Luis Borges
Hoy me levanto siendo yo o siendo tú,
¿Quién puede saberlo?
Lo olvidé entre las personalidades
que, agónicas, me habitan.
No puedo creer en palabras,
no creo en las mías;
soy camaleónico, belicoso,
o dulce y encantador.
¿Quién lo sabe?
¿Quién puede saberlo?
Puedo ser hielo y fuego,
niebla y claridad;
todas las cosas o ninguna,
porque no sé quién soy.
Un día, poeta refinado,
al otro, un verdugo;
dueño del mundo
o esclavo de la humanidad.
Instintivo o elocuente,
tan sensato como irracional;
humilde y mezquino.
¡No sé quién soy!
¿Quién habita en mí?
Dócil y autoritario,
dueño de un poderoso arsenal;
quizá hombre de guerra,
señor de las ciencias
o un simple soñador.
¡No quiero cambiar!
Era mi deseo,
pero quiero ser diferente,
volar, estar bajo el mundo.
Morir.
Desear amor eterno.
¿Quién soy?
No sé cuál de todos está escribiendo…
¿Quién puede saberlo?
Lady Gray
“La tragedia de la vejez no consiste en que uno
se hace viejo, sino en que aún se es joven”.
Oscar Wilde
Era perfecta:
Sutil, cautivante,
eterna.
Sí:
perfecta.
Así me sentía, así era.
Todos se arrodillaban a mí pasar,
los regalos eran constantes
y los halagos aún más.
Pero llego él,
con su marcha implacable.
¡Insaciable tiempo que marchitas el presente!
Él,
mi último cómplice,
acompañante de sueños furtivos.
Todos huyeron a su paso,
dejaron mi sutil
y cautivante esencia.
Todos sin excepción,
decidieron abandonarme
creyendo que no necesitaba explicación.
Porque no la había,
no era necesario que existiera.
Y frente a un espejo lo descubrí.
Era yo,
con muchos años más
y un perfume añejo.
Era yo,
desecha, desvanecida y acabada
por el paso del tiempo.
ya no era joven mi reflejo,
a piel ajada,
los años tallados.
Nunca pude esperar otro regalo,
los que rechacé
se ven lejanos, informes, necesarios…
Ahora me dejaron en el tiempo,
sumieron al recuerdo,
me olvidaron.
Bajó el telón,
con la luz que me queda:
la nostalgia.
Inquisición
Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada,
¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!…
A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año…
Jacques de Molay al ser condenado
Dije que no,
no ha sido mi culpa
ni mi pecado,
ha sido una injuria.
Pero no sirve,
me han condenado,
sumido a la brujería.
Soy una bruja,
Eso es lo que han dicho.
Ninguna de mis palabras vale.
No existen mis súplicas.
Cada tortura y gota de sangre
me condena aún más.
Ya no vivo para ellos.
Explico de forma audaz
pero infructuosa mi procedencia.
Su decisión ya está tomada,
ya estaba escrita antes de venir.
Luego del primer golpe
sigue la sucesión de insultos.
Finalmente la última palabra es dicha
y mi cuerpo llevado a la hoguera.
Sumida en el éxtasis
propio de la sentencia de muerte,
Me dejo llevar como veleta al aire.
Dejo mis brazos a merced de los troncos,
y el fuego asciende,
abrasa mis piernas,
lloro en silencio.
Se inflama mi vientre,
y escucho gritos que no son míos.
Finalmente quema mi cabello,
mi rostro.
Trato de gritar
pero es tarde,
debo estar muerta.
No lo puedo saber,
porque los gritos han cesado,
mis oídos quemados,
mi aliento débil.
Mientras yo,
no siento nada, absolutamente nada,
porque ahora todos ellos están muertos.
Acá yo soy la única que vive.
Pagaron por su crimen.
¡Soy una bruja!
Casanova 21
“La vanidad es tan fantástica, que hasta nos induce a preocuparnos
de lo que pensarán de nosotros una vez muertos y enterrados”.
Ernesto Sábato
Noble hombre
de sangre con recuerdo;
linaje hecho a imagen
de la simétrica celestial.
Hermoso,
tan perfecto como los arcoíris en el cielo;
encantador,
irresistible.
Poseedor de riqueza,
lujuria y poder,
Ilustre conquistador,
de oro y corazón esmeralda.
Juego de noche, juego de día,
con los cabellos, con las sonrisas.
Todo es coordinado,
fielmente definido.
Soy todo,
y creo que más,
mucho más de lo que todos asumen.
Soy luz,
oscuridad,
carne inmortal,
vida eterna.
…soy lo que llaman perfección,
y sin embargo,
creo que me hace falta
una bala en la cabeza.