Cierta realidad en el 5º mundo
Juan José Hoyos | Reinaldo Spitaletta | Luis Delgado | Manuel Muñoz Uribe
Jesús María Dapena | Adonaís Jaramillo | José Luis Garcés González.
Hace ya algunos años alguien acuñó el término 4º mundo para referirse a las personas o grupos que habitaban en el 1er mundo (los países desarrollados capitalistas) pero que vivían como en el 3er mundo (países en vías de desarrollo), es decir sin acceso a los servicios o las necesidades mínimas. El 2º mundo era el llamado campo socialista.
En Estados Unidos han surgido en los últimos tiempos fenómenos sociales que a mí me ha parecido oportuno denominar del 5º mundo. Es decir, personas o grupos del 1er mundo que formalmente tienen acceso a esos servicios o necesidades mínimas, pero de hecho éstos pueden ser un regalo envenenado, no figuradamente sino literalmente. Hablemos del agua altamente contaminada/envenenada que los habitantes de Flint, Michigan, consumieron durante más de un año y que ha causado estragos en esa ciudad.
(Residente de Flint en una asamblea con una garrafa de agua tal como sale del grifo)
Entrar en todos los vericuetos y las amplias ramificaciones exigiría más tiempo y espacio del que disponemos. La crisis actual se remonta a mediados de los 80 con las crisis en el sector automotriz de EE.UU. La reducción drástica de las operaciones de la planta de General Motors en la ciudad marcó el declive de Flint. Michael Moore documentó magistralmente el efecto devastador social y económico de esta reducción en su película “Rogers & Me”. Flint fue perdiendo ingresos y los habitantes y los servicios se degradaron hasta la situación actual. He aquí la cronología de los hechos:
- A mediados de 2013 el gobernador de Michigan, Rick Snyder, nombra a un gestor plenipotenciario, Darnell Earley, para que gestione y sanee las finanzas de la ciudad. Las competencias y poderes de éste son mayores que las del propio alcalde electo de la ciudad. Sin comentario.
- A finales de 2014 el señor Darnell cambia la fuente de abastecimiento de agua potable de Flint del sistema de distribución de Detroit al río Flint con la finalidad de ahorrar 5 millones de dólares.
- Desde un principio los vecinos se dan cuenta de que el color, el sabor y el olor del agua procedente del río Flint es mala y empiezan a pedir explicaciones. Éstas caen en oídos sordos tanto a nivel municipal (Darnell y los concejales), estatal (el gobernador) y federal (la Agencia para la Protección del Medio Ambiente -EPA por sus siglas en inglés). Valga citar que la pequeña planta de GM que aún operaba en la ciudad dejó de usar el agua porque ésta corroía las piezas ahí fabricadas. Sin comentario de nuevo.
- Los primeros síntomas médicos y de salud empiezan a manifestarse inmediatamente (caída de pelo, vómitos, manchas y salpullidos en la piel, desorientación, etc.) afectando a miles de familias. Frente a la pasividad de las autoridades, los vecinos se organizan y buscan ayuda fuera de los conductos institucionales. Unos investigadores de la Universidad Virginia Tech, voluntaria y gratuitamente, analizan muestras y hallan niveles de contaminación altísimos. Se desata la crisis política y comienza el cruce de acusaciones y el “sálvese quien pueda”.
(“No envenenen a nuestros hijos”)
- El 3 de noviembre fue elegida una nueva alcaldesa, Karen Weaver, que enseguida revocó la decisión sobre la fuente de agua potable de Darnell. Aunque hasta el día de hoy queda por descontaminar o instalar un nuevo sistema de canalización de agua potable.
- Ante la magnitud del caso, la alarma social y la indignación y movilización ciudadana, el Congreso estadounidense ha iniciado una serie de audiencias para dirimir responsabilidades políticas, penales y criminales. Incluso, desde dentro de las instituciones se han alzado voces que piden la dimisión o el cese del gobernador. Faltaría más, es año electoral.
Hasta aquí los hechos. Las lecciones, las conclusiones, las ramificaciones son múltiples y van más allá de lo que persigue esta breve crónica.
Pero quiero hacer unas reflexiones y observaciones a título de conclusión. Esta crisis es sólo la punta del iceberg de una crisis generalizada de servicios e infraestructura consecuencia del laissez-faire que es quinta esencial de la política económica de los gobiernos estadounidenses, sean éstos demócratas o republicanos. El propio Obama ha planteado reiteradamente la existencia de esta crisis. A raíz de la crisis de Flint han salido a la luz otros casos parecidos en varios puntos de la geografía de EE.UU. Pese a ser un país con enormes recursos económicos y gastar trillones en aventuras bélicas, sus ciudades tienen que tomar este tipo de medidas para ahorrar calderilla. Los alcaldes elegidos a través de elecciones pierden poderes ante gestores plenipotenciarios, a la usanza de los procónsules de la antigua Roma, nombrados a dedo. Los residentes de Flint son mayoritariamente afro-americanos y pobres, por lo que han surgido acusaciones de “racismo y clasismo medioambiental”… Como dice el refrán “cuando el río suena piedras lleva”.