Juan José Hoyos | Reinaldo Spitaletta | Luis Delgado | Manuel Muñoz Uribe
Jesús María Dapena | Adonaís Jaramillo | José Luis Garcés González.
Un paraíso amenazado
Lo llaman el río de los cinco colores, por los destellos rojos, negros, amarillos, azules y verdes que se desprenden de sus aguas debido a las algas que crecen en su lecho de rocas. Es una de las insignias de la biodiversidad colombiana. Los miles de turistas que lo visitan dicen que es el río más hermoso del mundo.
Su nombre geográfico es Caño Cristales: un río lleno de cascadas, rápidos y pozos que nace en el corazón de la serranía de La Macarena y atraviesa una región de excepcional importancia biológica, en los departamentos de Meta y Guaviare, en la que confluyen tres ecosistemas ricos en diversidad de flora y fauna: la cordillera de los Andes, los Llanos Orientales y la selva Amazónica.
Esta semana, una controvertida decisión de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales -ANLA- puso su nombre en boca de los colombianos. ANLA concedió a la empresa estadounidense Hughes Petroleum Colombia licencia para explorar 150 pozos situados en un área de más de 30 mil hectáreas que colinda con zonas protegidas de esa reserva natural, donde está Caño Cristales, y por donde corren los ríos Lozada, Guayabero y Duda.
Algunos de los pozos proyectados están situados a menos de 70 kilómetros de las cabeceras de estos ríos. ANLA tuvo en cuenta que la licencia no incluyera áreas en las que no se pueden otorgar estos permisos, pero pasó por alto los impactos que la actividad exploratoria puede generar en la vecindad de un ecosistema tan frágil y valioso como el de la serranía.
ANLA tomó la decisión ignorando las advertencias de Cormacarena -la corporación que tiene bajo su responsabilidad el manejo ambiental de la región- y desestimando la oposición de la gobernadora del Meta, los concejales de La Macarena, la directora de Parques Naturales y los pobladores de la región.
En un informe técnico entregado al gobierno nacional en julio de 2015, Cormacarena advirtió que consideraba el proyecto no viable “ya que el 100 % de este se encuentra localizado en la Zona de Recuperación para la Producción Sur de la serranía y actualmente los usos del suelo y actividades permitidas a desarrollar no se encuentran establecidas ya que no se tiene un plan de manejo integral”.
El informe revela que en la audiencia pública la comunidad y el alcalde rechazaron el proyecto por considerar que el municipio de La Macarena es un área de interés eco turístico, una actividad que “no es compatible con la exploración y explotación de hidrocarburos”.
“En La Macarena los turistas no pueden llevar ni perfumes, ni aerosoles, ni nada que resulte contaminante, ahora resulta que el gobierno permite la explotación de hidrocarburos” dijo el alcalde Ismael Medellín Dueñas explicando su rechazo a la decisión de ANLA.
La aprobación de la licencia de exploración a Hughes Petroleum causó indignación entre los colombianos y obligó al presidente Juan Manuel Santos a suspender la medida, pero también dejó al desnudo la incoherencia de las políticas del gobierno que, al mismo tiempo que busca proteger los recursos naturales y el medio ambiente, impulsa proyectos mineros y petroleros en gran escala que pueden provocar desastres ecológicos en zonas tan vulnerables como la Amazonia.
Por cosas como esta, Colombia es un país que parece ir en contravía de la historia: en tiempos en que las grandes compañías petroleras engañan a la gente desestimando el impacto de los combustibles fósiles en el cambio climático y en que los países industrializados se empeñan en reemplazarlos por energías más limpias y promueven a escala mundial la protección de los bosques para reducir el calentamiento global, Colombia permite la destrucción de los suyos y subasta sus paraísos de biodiversidad para explotar petróleo.
(Se publica con autorización expresa del autor. Tomado de El Colombiano).