20 – Misle Ortega

Misle Ortega

Edwin Rendón | Misle Ortega

Misle_ortega

Nacida en Santa Marta, Magdalena, Colombia. Médica, Universidad Cooperativa de Colombia, en ejercicio y docente de la Universidad de Antioquia. Participó en el curso-taller de escritura creativa Escuela Permanente de Poesía, tres de sus poemas fueron seleccionados para publicación en la página del Festival Internacional de Poesía de Medellín. Selección de trabajos del 2º semestre de 2012. Actualmente participa en el taller de escritores de la Biblioteca Pública Piloto.

Nadie
Prefiero ser nadie.
Caminar sin ojos revoloteantes que obstruyan mi paso.
Descansar, tirarme al piso,
dormir sin reclamos;
ser un hombre irrelevante.
Yo prefiero ser obviado.
Que el mundo ignore mi existencia,
pasar por el fango sin dejar huella
por el peso ligero de mis manos.
No sentir los alambres electrificados de la tribu,
correr con los pies descalzos en la piedra,
sin fijarme si mancho el piso con la sangre.
Sentarme a comer de una hoja de plátano,
sin manteles, sin mesa.

¿Por qué insisten en darme nombres,
catalogar cada detalle de mí,
llevarlos a la biblioteca de los errores,
hacer con ellos espejos de arena?
He sido medido sin llegar a la talla.
He sido contado sin alcanzar el número.

Yo, escojo ser minúsculo,
ser reducto,
ser fantasma de un engrama en la memoria del mundo,
caminar incognito con la cabeza en alto,
depreciar las máscaras nominales de los otros,
los nombrados, los bautizados.
No me interesa ser reconocido más allá de aquellos que reconozco míos,
más allá del papel que me encierra.

Asesino de mariposas
Mariposas…
Mariposas…
Yacen muertas, amputadas.
Asesino:
Se jacta de sus muertes,
se deleita con su canto plañidero.
Asesino
del batir de sus alas en el vientre.
¿Qué ha hecho con ellas?
¿Asfixió sus cuerpos desmembrándolas?
¿El dolor electrógeno descargó su ira y las quemó?
¿Inundó sus entrañas con el agave fermentado,
convertido en océano, y se ahogaron?
¿Dónde?
¿Dónde sepultará sus cuerpos
y la culpa parda?
Ellas eran réplicas perfectas de la ninfa solitaria.
Ya no pueden verse revolotear en su mirada.
Del espejismo del amor fueron concebidas;
y cuando los cristales rotos
se clavaron en sus ojos,
inocentes derramaron su anhelo.
Fusilado por la nostalgia,
imputable era su ofensa,
usted rehusó escucharlas.
Asesino de mariposas,
¿ha decapitado también la crisálida?

Propuesta
He estado pensando seriamente desde ayer que tal vez pueda ayudarte, tengo una idea que quisiera proponerte sin compromiso alguno ni obligación. Yo sé que no me has pedido algo como tal, así que me arriesgo a una negativa, pero creo con vehemencia alguna que si me dejas entrar en tu corazón yo puedo, quizás, enseñarte como ahuyentar las mariposas que te asustan.

Entendería si no quisieras. Mi experiencia no es grande con ellas. Sé que no soy, ni me acerco a lo que esperas. Sin embargo en cortos y felices lapsos de pensamientos imagino que logro encontrar la receta que haga a las mariposas que te persiguen, volar lejos de ti; que se encojan mientras vuelan o que se trasformen en pequeñas e inofensivas abejas, a quienes no temas. Porque yo sé que lo que alimenta tu temor no es la sensación urente de una picadura, sino la inexorable belleza del color que te lleve al borde de los anhelos prohibidos, donde no tengas el control y des rienda suelta a las fantasías que reverberan en tu piel, desde hace tiempo.

Otra alternativa tengo para ti, si la anterior no satisface tus intereses: Si me autorizas, yo podría entrar en tus sueños y esperar el momento en donde la conciencia se funde con la imaginación, y ésta se transmuta en pesadilla; y unas alas gigantes, de mariposa negra, intentan cubrirte y limitar el expandir de tu respiración. La desprendería cuidadosamente de tu cuerpo desnudo para que recuperes el aliento. O podría, si tú lo permites, tomar en mis manos una por una aquellas que revolotean a tu alrededor, monocromáticas, que copulan y se reproducen ante tu mirada pavorosa en destellos multicolor; secar tus lágrimas con el prisma que las contenga, y que por alquimia se conviertan en la luz que devele mi rostro ante tus ojos.

La sirena y el trueno
La herencia patriarcal del trueno me habita
silente, adormecido,
su estruendo retumba con los eclipses de la luna.
En esta noche oscura imploro que escuches,
sirena de ríos caudalosos.
Ese trueno mío no arderá en tus escamas de seda,
los acordes liricos que brotan en tus ojos ámbar
y la sonrisa de perla lo enmudece.
No, no temas sirena
mi trueno no quemará tus escamas de lino,
tu piel de caramelo y especias es inmune a su llama,
lo atrapa, lo usa para hacerse liquida,
se derrama en mi cuerpo.
Eres tu quien me quema,
eres tu quien apaga mi fuego
Sirena…
Sirena de rápidos fluviales,
mi trueno no puede incinerar tus escamas de algodón.
En ósculo maculado arrullas el ánimo iracundo,
columpias en hamacas mi calma.
Oh sirena,
el canto de tus ojos,
tu piel acaramelada
y esos labios terciopelo
son más fuertes que el rayo que me habita,
tus escamas de lino, de seda y de algodón
son la colcha y el abrigo de mi sueño.

Bagatela primera sobre la muerte
A veces cuando duermo sueño cosas,
ansío cosas…
algo más que sólo ideas de presente y de futuro.
Deseos que se esconden en las esquinas de la mente.
Quisiera que mis sueños se cumpliesen
pero el miedo a la vida los corroe,
los evapora…
de mis manos corren temerosos sin dejar que los sujete.
Con la resignación de la voluntad se desvanecen,
se sepultan en las sombras.
Hasta que el fantasma de la ilusión reaparece,
los exhorta a sublevarse,
a invadir mis sueños y esperanzas
de apetitos,
de ideas de futuro y de presente,
ignorando que entre mis sabanas acecha la muerte.

Bagatela segunda sobre la muerte
Me he dejado sumergir en sus realidades,
mis ojos arden, se queman,
un escozor que limita la visibilidad completa
de aquello que se esconde entre guirnaldas y niebla.
Mi cuerpo sepultado ahora se encuentra
bajo dolores, lágrimas y sangre,
pútridos pecados que trepan por la móvil tierra
para salir a la luz o a la oscuridad eterna.
El alma secuestrada ha estado la vida entera,
ahora se desvanecen sus cadenas.
Cuando ha muerto el orgullo se siente plena,
se eleva al universo, observa y llora…