El botánico que exploró a Macondo en Medellín
Santiago Madriñán clasificó las plantas y geografía del pueblo de ‘Cien años de soledad’.
Laura García Guerra
Santiago Madriñán, un botánico consagrado, repasó con ojos de científico la obra de Gabriel García Márquez, y reconstruyó la geografía de Macondo, el pueblo imaginado por el premio nobel.
Madriñán, director del Jardín Botánico de Cartagena, compartió con seguidores de ‘Gabo’ su hallazgo: una lista extensa de plantas, semillas, flores y condimentos que aparecen en ‘Cien años de soledad’.
A propósito de la exposición ‘Comer’ que se realiza en el Parque Explora, el experto llegó a la ciudad y se refirió a la “ceguera de plantas”, que en sus palabras, tiene lugar cuando los humanos son ciegos ante la riqueza natural presente en la vida cotidiana y en los libros.
Esa ceguera y el impulso de su padre lo llevaron a estudiar cada uno de los elementos naturales presentes en Macondo.
La hazaña de Madriñán consistió en identificar los 78 nombres de plantas a los que García Márquez se refirió en ‘Cien años de soledad’, y en asignarles su respectivo nombre científico.
Comenzó con un proceso de investigación, debido a que muchas de esas plantas no son cultivadas en Colombia. Por eso, en busca de los nombres habituales se acercó al diccionario de nombres comunes de plantas de Colombia, elaborado minuciosamente por el botánico y experto en palmas Rodrigo Bernal.
El resultado fue un artículo patrocinado por El Banco de la Republica, en el que Madriñán explica cada tema de la geografía de Macondo, como el clima, la vegetación, la fauna, y los referencia con fragmentos de la historia.
Como lectores, y debido a la ceguera a la que Madriñán se refiere, es común que pasen desapercibidas palabras como castaño, orégano, begonias o ají, presentes en el libro.
Esas palabras, en su mayoría, son nombres comunes que se le dan a varios elementos similares, por lo que, en realidad, son 366 plantas diferentes entre alimentarias, condimentos y ornamentos, los que emplea la familia Buendía, protagonista de ‘Cien años de soledad’.
Madriñán quiso difundir su conocimiento en temas de botánica. “Las personas tienen una barrera cognitiva que impide reconocer las cosas que no son similares a ellas”, agregó.
Sin embargo, para él, ‘Gabo’ y otros artistas universales tenían sensibilidad por las plantas, lo que hace que se mencionen con frecuencia en las páginas de sus libros.
“Santa Sofía de la Piedad le llevaba (a Aureliano Buendía) al amanecer un tazón de café sin azúcar, y al mediodía un plato de arroz con tajadas de plátano fritas, que era lo único que se comía en esa casa después de la muerte de Aureliano Segundo”.
En este fragmento de ‘Cien años de soledad’, presente en el artículo de Madriñán, se explica de dónde proviene el Coffea arabica L (nombre científico del café) y el uso que se le da en el contexto del libro. Asimismo, sucede con cada una de las plantas de Macondo.
Para el botánico, leer, repasar la obra y encontrar la gran cantidad de referencias vegetales, le da a pensar que Gabriel García Marquez era un gran conocedor de la naturaleza.
Él quiere aprovechar su conocimiento para difundir la sensibilidad hacia esos vegetales, que todos los aprecien, para que no pasen desapercibidos.
‘Cien años de soledad’, la obra que juega con palabras y crea un mundo, se convierte entonces en una especie de enciclopedia botánica que, si se mira desde la visión de un experto como Madriñán, podría incluso ir a las secciones de biología de las bibliotecas del mundo.
LAURA GARCÍA GUERRA
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