Tomás Andrés Ochoa | Raúl Jaime Gaviria
Tomás Andrés Ochoa Mejía
“Soy Tomás Andrés Ochoa Mejía, Hijo de Blanca y José, nacido en Medellín en el año de gracia de 1968, pero hijo adoptivo de Caldas y Frontino, Antioquia. De profesión abogado, con incursiones en las letras, las mismas que se sintetizan en contar la historia de mi casa que es la misma de todo el mundo. Empecé escribiendo porque mi papá nos sugirió escribir cartas a la mamá quien ahora me lee en el cielo”.
Escribe cuento y crónica; además, poesía.
Pertenece al taller de poesía Aluna, dirigido por Marga López. Poeta con invitación permanente al Festival de poetas frontineños. Calígrafo inconstante y contador de historias. En la actualidad trabaja en la rama judicial del poder público y ejerce placenteramente su actividad literaria.
(NOTA: Tomás Andrés se presentó en la reunión de Plumas y Voces de mayo)
Muy señora mía
Acuso recibo de su última carta, y eso es lo peor: Es la última.
Esta misiva debería decir que la ciudad la esperaba con sus renovados arreboles, que es verano y la brisa presentía su pelo; que las calles eran una cinta para envolver sus pasos, que todos los cruces tenían un PARE para poder contemplarla; que las avenidas eran bienvenidas y que los trenes tenían como último itinerario la estación de sus abrazos.
Yo esperaba que su carta dijera que había un ligero retraso, pero no que tal retraso durara una vida entera.
Pasando a otro tema, me encuentro bien de salud, salvo un pálpito en el corazón antes de su última carta. Carta que usted tenía bajo la manga, para anunciar el fin de la partida, mi reina de corazones, o debería decir de espadas por aquello de las heridas. De amantes o diamantes mejor no hablemos.
La familia está bien, espero que usted construya felizmente la suya con el caballero del que me habló y que me la ganó a usted de mano, como quien dice.
Muchos recuerdos le mandan las amapolas que usted sembró en el corazón, pero creo que les falta aire y luz.
Parabienes para usted y los suyos de mi parte que ya soy ajeno a usted, señora de las cartas.
Se suscribe de usted
A tientas mente
El descartado.
Alí (el duende con guantes)
Comenzó Cassius a pelear para que no le robaran más su bicicleta.
Se convirtió en Alí para no ir a Vietnam a matar gente que no lo había golpeado antes y aunque su propio país le arrojó a las cuerdas, en el último round le ganó a la historia.
Alí, tú que hiciste tambalear a Foreman, a veces das el traspié de la enfermedad injusta, pero sigues siendo el más hermoso
Aún tu nombre nos hace estremecer como aquél dìa de 1965 que SonnyLinston probó el “golpe de ancla”
Y aún Muhammad nos siguen doliendo los golpes que recibiste
Pero con un terrible bolo punch noquearás el olvido, derrotarás tu derrota y entrarás en la historia.
Y se hará la magia con la sola invocación de tu nombre que sonará como un conjuro por los siglos de los siglos:
Alí, alí, alí.
Panadería Luzma
Paseo la tristeza en una buseta de la Sociedad antioqueña de transportes.
No sé si llueve o tengo empañada el alma
Asomo el dolor por la ventana,
y aparece en caracteres resaltados tu nombre,
en un establecimiento de panadería;
un cosquilleo en el estómago
me recuerda cuanto duele tu partida.
es la “Panadería Luzma” ubicada al frente del hotel Metropol.
Sí, ya sé que te llamas Zulma,
pero es que a 3 meses de tu ausencia
tengo trocados todos los sentimientos
y al revés la vida,
es entendible que confunda hasta las letras.
Empanada, empanada, Zulma ya no me da nada
Mojicón, mojicón, me siento como un tonto.
Ya no volveré a ver a Zulma que es un bizcochito
no me rodearán sus brazos de reina,
mil hojas de poemas tristes se quedaron en el tintero.
Ya los pasteles no saben a gloria
y la luna no es pandequeso
Tengo el corazón como un merengue: Hecho migajas
La vida se me hizo un rollo y cada cosa por nimia que sea
se me ha convertido en un chicharrón
sin solución a la vista
Y busco sin encontrar la forma de volver a la dulzura
Mis días no tienen calor de pan. Desayuno nostalgia
con medias mañanas de aburrimiento.
Pionono bendito ¿será que se me hace el milagrito?
Llego a mi casa… me escondo… no vaya a ser que encuentre
un almacén que se llame “Variedades Zulma” para acordarme
de mis melancolías al por mayor.
Me quedo quieto. Que el rodillo de las horas se lleve alguna vez
tu recuerdo y amase esta tristeza
Porque ya eres harina de otro costal.
Pepalfa
Camine que son Pepalfa.
Los primeros días de diciembre teníamos que peregrinar con nuestra madre a la fábrica de calcetines Pepalfa para comprar medias más baratas para mi papá y 14 hijos.
Pasábamos de largo por la sección de calcetines finos, pues solo podíamos permitirnos los de rayas y cuadros horrorosos, que nunca supimos combinar con la ropa, eso sí es que encontrábamos un par completo, pues en casa había un duende que trocaba las medias.
Mi madre, con ayuda de un bombillo las zurcía hasta lo imposible porque eran malas y nuestras uñas del dedo gordo las rompían con rapidez.
Pero cuando la prenda no daba más y sus resortes debilitados las hacían caer a nuestros tobillos, se operaba el prodigio:
Por si no lo saben, una media Pepalfa vieja sirve paraamarrarse la cabeza cuando a uno le duele la cabeza.
Sirve para cuñar la máquina de moler, o para que la mamá de uno esconda la plata en los paseos a la costa; sirve para trapo de cocina y para causarte un dolor terrible cuando tu madre te estrega el mugre detrás de las orejas.
Yo extraño los calcetines Pepalfa porque ya no hay quien los zurza hasta lo imposible.
Por eso hay que intentar un poema que una los mil retazos de mis recuerdos “A Medias” , para poder remendar mi nostalgia.
El álbum
Hoy viajé a la nostalgia,
el álbum familiar está lleno de tus fotos,
algunas tienen sepia,
y las kodacolor han perdido sus matices
El tiempo pasa así,
tratando de desteñir los momentos,
pero lo que nos salva
es que el corazón guarda la memoria del color.
Allí estabas tú
el rostro limpio,
mirando más allá del instante.
Cuando ves las fotos de tu madre
entiendes su mirada
y te das cuenta
que ella estaba hace tiempo
esperando que llegaras.
También sabe
que algún día te irás.
Pero allá estará contigo,
y sabe que si vuelves
vendrás con más gente
para amarla.
Ella es la única
que se pone más hermosa
al pasar de los años.
La única
que te mira desde ayer
para regalarte el mañana.
La que siempre estará esperando.
La que abrirá la puerta
cuando vuelvas.
Natilla
Mi mamá preparaba 14 platos de rica natilla maicena, para hacer las delicias de todos en navidad
Pero una vez consumidos, como por arte de magia aparecían otros 14 platos. No queríamos ver más natilla por el resto del año, y estábamos muy cansados.
Entonces los 14 platos se llenaban de lama y no había más alternativa que botarlos. Pero mi madre era metódica: Raspaba la lama, adornaba el plato con dos buñuelos diminutos y la mandaba de presente a los vecinos.
El regocijo era general, pues por fin nos habíamos librado del odiado manjar.
Sin embargo, la gratitud humana, que a veces no es tan grata, llegaba a límites insospechados: Infaltablemente al otro día llegaba la tan temida respuesta:
Alguien tocaba la puerta diciendo: mi mamá manda a darles las gracias por el detalle y que aquí les regala esta bobadita
Con manos temblorosas conducíamos el plato velado por dos oscilantes servilletas hasta la mesa. Y era el horror: Al retirar las servilletas babosamente adheridas aparecía un nuevo plato de natilla con dos buñuelos diminutos.
Así fue señores como el inventario de nuestra nevera era sencillo en diciembre: un pernil adobado con cerveza y 20 platos de rica natilla de todas clases y sabores; además de 20 buñuelos diminutos y petrificados
Lo único bueno es que en mi casa podían faltar vasos porque los rompíamos cada nada, pero nunca faltaron platos pandos de diversos colores y tamaños, recordándonos con su multicolorida presencia toda la natilla de los vecinos regalada en las navidades pasadas. .
Moraleja: regale natilla en marzo que es cuando tiene gracia.