Delimiro Moreno | William Ospina | Daniel Coronell | Darío González Posso
Adonaís Jaramillo | Frank David Bedoya | Juan Diego Velásquez
Raúl Ruiz | Manuel Muñoz | Jesús María Dapena
Enviado para Gotas de tinta
La ignominia del Iracois
Si de manera amplia nos refiriéramos al concepto de falso positivo sin endosarle el aditamento de hacer referencia obligada a la fuerza pública como el verdugo, sin profundizar en la concomitancia de su sinonimia judicial de manera que sea válido abstraerse de la rigidez del término tal y como es que se le encuentra encasillado en los vademécums del Derecho Internacional Humanitario o del Derecho Penal Colombiano, podríamos remitirnos sin lugar a equívocos a mucho más allá del año 2008 para coincidir con los cimientos de tan nefasta práctica sin ser necesario auscultar hasta llegar a las entrañas de la guerra de los mil días ni más reciente a aquella otra época tan aciaga como la que se vivió cuando la confrontación entre partidos con incompatibilidad de caracteres que se gestó como para 1948, ligada de manera inexorable a las guerrillas liberales del capitán Franco en la margen izquierda del río Cauca en Antioquia y hasta el alto Sinú, los chulavitas en Boyacá y más luego los pájaros quienes actuaron estos últimos con claro apoyo del Estado. En el primer año de la década del setenta ocurrió un hecho hasta ahora impune, por supuesto antes que la época de los carteles de la droga cuyos tentáculos de corrupción alcanzaron sectores de la élite de la sociedad y salpicaron altas esferas de los tres poderes, por supuesto que también antes que el contubernio ahora inocultable y por el contrario que cada vez más visible entre los mal llamados grupos de autodefensa y los organismos estatales de seguridad, financiado sin duda por algunos sectores del empresariado, de la clase política e incluso se dice que podría tener nexos con altos magistrados, muy ligado se sabe al despojo de tierras, a factores de conveniencia política y a intereses de particulares, en lo que se considera la antesala del término falsos positivos tal y como se concibe actualmente, así mismo como de modo literal y casi que folclórico es conocido en el país del sagrado corazón de Jesús, a quien por cierto está encomendado el territorio nacional.