Gonzalo Arango | Laura García Guerra | Jairo Trujillo
El alma de las calles de Manrique
se mueve al son de tango gardeliano
Quedan pocos sitios para escuchar esta música. El barrio Manrique es reconocido por esta tradición.
A partir de la presencia de la Casa Museo Gardeliana, en Manrique, se afianzó una cultura de tango.
Esa comunidad, del nororiente de la ciudad, desde antes ya escuchaba las canciones, apreciaban las letras y bailaban ese género que, según Álvaro Morales, director de la Casa Museo, “se lleva en la sangre”.
La historia se remonta a los años 40, cuando llegaron a los barrios de la ciudad los famosos traganíqueles, máquinas que con una moneda activan juegos de azar o canciones.
Para ese entonces, los tangos de Gardel, Corsini, Magaldi sonaban en estos aparatos.
La mayoría de esos lugares desaparecieron. Sin embargo, quedaron plasmados recuerdos, historias y música. El tango nunca se fue de las calles de Manrique, perdura gracias a personas que se apropiaron de los espacios tradicionales donde antes se escuchaba.
Es el caso del bar Alaska, que lleva 73 años albergando las tradiciones y la música de los más reconocidos tangueros. Es el único que ha sobrevivido al paso del tiempo.
Gustavo Alonso Rojas, propietario del Alaska, cuenta con orgullo como antes en Manrique existían muchos otros lugares donde podía escucharse música porteña, cómo se dedicaban canciones para enamorar y los jóvenes de entonces forjaron su gusto por los sonidos del tango.
No obstante, debido a la evolución de la música, el tango ha sido opacado por nuevos géneros y ahora la vida nocturna de Manrique se centra en la rumba juvenil.
Como recuerdo del tango quedan panaderías, zapaterías, peluquerías y charcuterías que con su nombre le rinden homenaje a Gardel.
Además de la Casa Gardeliana, ubicada en la carrera 45 No. 76-50, vía conocida por su comunidad como ‘la 45’, son diferentes y variados los establecimientos comerciales que allí se encuentran, no solo tienen nombre alusivo al ‘zorzal criollo’, sino que también conservan fotografías conmemorativas.
Así, con fotografías, historias, libros y música Carlos Gardel revive en Manrique, donde sus calles saben, huelen y respiran tango.
Camilo Betancur, tendero del sector cuenta que este fenómeno se da porque la palabra Gardel se volvió emblemática en el barrio y la utilizan en sus establecimientos como un punto de referencia.
Pese a esto, la mayoría de vendedores están dedicados en su totalidad a los negocios y el tiempo les queda corto para acercarse a lugares como la Casa Gardeliana, que solo tiene horario extendido en eventos de ciudad.
Una casa para Gardel
La Casa Gardeliana fue fundada en 1972 por el argentino Leonardo Nieto Jardón, que vio en Manrique el lugar ideal para acoger a Gardel. Esta casa inició como un lugar de esparcimiento donde se reunían personas, sin distinción socioeconómica, a hacer tertulias literarias y musicales.
Sin embargo, cambiando la visión que se tenía del tango para esa época como un género exclusivo de bares y cantinas, Nieto comenzó a mostrar artistas y a promover el conocimiento del tango a través del baile, por lo que hasta el piso gastado de la Casa Gardeliana tiene una historia para contar.
Tras varios años de cierre de la casa, en el 2011 Nieto la donó al Museo Maestro Pedro Nel Gómez.
Para Morales su sueño se centró en que los niños se acercaran a la Casa y por supuesto al tango. “Cuando se da el cambio de convertirla en un museo y a la vez en un centro cultural, se convoca a la comunidad para un propósito colectivo, la comunidad te responde inmediatamente porque es algo que ellos llevan adentro”, agrega.
Esa respuesta de la comunidad ha logrado que, en la actualidad, se cuente con grupos de música, bailarines y semilleros propios formando una cultura alrededor del tango en los niños y jóvenes.
Pese a que no les tocó vivir el tango como a sus abuelos o padres, esto es un gusto que ha pasado de generación en generación y ellos crecieron con las investigaciones, libros y ensayos sobre una imagen fantástica de Gardel.
A lo largo del tiempo se ha relacionado la cultura del tango con lo bohemio, definido como el estilo de vida apartado de tradicionalismos y dedicado al arte, aunque con el paso del tiempo esta definición se ha venido deformando, relacionándolo ahora con los abusos del licor.
Sin embargo, para Morales lo bohemio no tiene nada que ver con el consumo de alcohol, “la bohemia es un asunto de lenguaje, una actitud, una forma de vida, una predisposición de los sentidos a disfrutar el arte, la música, la cultura todo lo que ataque y busque esos sentidos”, explica. Y esto ha logrado que en la Casa Gardeliana se conserve el ambiente bohemio de épocas pasadas.
Dentro de las diferentes actividades que Nieto promovió está el Festival Internacional de Tango. Como legado a este festival el gobierno de Argentina donó una estatua de Gardel que hoy permanece a pocas cuadras de la Casa Gardeliana.
Con el paso del tiempo Gardel se convirtió en cómplice de historias, encuentros, amores y desamores de las personas que por esta vía pasan.
El monumento cada año es restaurado y organizado para recibir galantemente el festival.
Francisco Javier Urrego, integrante de la Asociación Gardeliana de Colombia, cuenta que la figura de Gardel en Manrique ha marcado un perfil tanguero en el barrio, ya que era un artista que con un gran carisma, logró ganarse el cariño de las personas y que su legado perdurará aun después de su fallecimiento.
Pese al reconocimiento de Carlos Gardel en la ciudad y a su acogida en Manrique, Francisco César Arteaga, director del Salón Málaga, comenta que “Colombia lleva más de 100 años haciendo tango con compositores que escribieron para Gardel y otros tangueros argentinos”.
Por eso él propone que para el año 2016 se realice un reconocimiento al tango colombiano, “esto surge desde las diferentes tertulias que en el Málaga realizamos donde se comienza a ver la importancia de lo que tenemos y no valoran”, agrega.
Urrego opina que, el tango nunca se va a acabar. “El tango es la persona que sufre, que goza, que ríe, que llora, ese es el tango: la vida. Por lo que al escuchar sus letras estas terminan evocando experiencias de vida”, dice.
Los habitantes de Manrique ahora son muy románticos, y a pesar de que otros géneros musicales lideran sus gustos, el tango sigue vigente en cantantes como Oscar la Roca, Raúl Verón y Raúl Iriarte, tangueros que le siguieron la línea a Gardel.
Manrique tiene una identidad tanguera que le marca la existencia de La Casa Gardeliana, la presencia de un Carlos Gardel emblemático, los pocos lugares que no dejan apagar el tango y los aficionados que se apropiaron del género en la ciudad.
Son las letras, las melodías y pasos lo que marcan una identidad territorial en este barrio donde “los árboles se mueven a pasos de tango”.
(Publicado originalmente el el diario El Tiempo).