19 – Juan Diego Velásquez

Delimiro Moreno | William Ospina | Daniel Coronell | Darío González Posso
Adonaís Jaramillo | Frank David Bedoya | Juan Diego Velásquez
Raúl Ruiz | Manuel Muñoz | Jesús María Dapena

Enviado para Gotas de tinta y publicado en la revista “Candilejas”

Amábamos tanto las sombras al amparo de los párpados de la pantalla

Dos cabras hambrientas entran a la bodega de Cineco y empiezan a abrir unas latas que contienen rollos de cine de 35 mm y uno de ellos está titulado: Medellín: Cine & Cenizas. Una cabra le pregunta a la otra-¿¡¿está buena la película?!?-, la rumiadora de celulosa y nitrato, le contesta-¡¡¡ Nooo, es mejor el libro!!!- Haciendo uso de mi escrupuloso criterio, estoy de acuerdo con la cabra. Con sensata responsabilidad, manifiesto mi público elogio a la novela de Víctor José Daniel Bustamante publicada por la editorial independiente Babel, poniendo en riesgo su patrimonio. O sea, eso que el mismo cine desde sus inicios lleva como gen: éxito o fracaso; recuerdo perenne o infinito olvido. Este libro cumple con una labor imprescindible: rescatar, pulir y fijar el entorno histórico de las décadas 1960- 2000, en la Villa de la Candelaria, creando un personaje, que la relate bajo anécdotas estimulantes usando como leiv motiv el despertar sexual y su madurez, su praxis, su rutina, sus miedos y goces, temores y soledades. Un personaje a quien el autor lo disfraza con la materia propia de su existencia y lo pone a trasegar por el amplio espacio arquitectónico de los teatros. Aquellos lugares que congregaban espectadores que latían al unísono con la magia, hipnosis y misterio, que el séptimo arte les brindaba, y les brindara para su imaginación, su catarsis, y entretenimiento; aquel fenómeno cultural que ha incidido en tan pocos años de creado 1895. Herramienta universalizada por la industria, la propaganda, la ideología, y el poder. Que por fortuna, el gran artista desde siempre ha expresado y ha entrado en franca lid, para darle conocimiento y perplejidad a la humanidad. Que nos ha llenado de imágenes y sonidos, que vivimos evocando, cual planos de un Fellini. Cada vez que miramos hacia atrás para dirigirnos de nuevo al encuentro del cine digital. Bustamante, escogió el camino: “quién primero se arrodilla, primero se confiesa”. Esto ya lo hace meritorio, por temática a participar de lleno dentro de la bibliografía novelística del país. Un libro ascético, buena factura como elemento físico, tamaño ideal; tipo de letra complaciente a la lectura, impresión óptima, carátula y papel elegido, como un gran chef. La importancia que se le da a esta generación de los años 70s, muchos de los cuales han edificado con gran solidez los primeros cimientos del desarrollo cinematográfico: festivales, cineclubes, inventores, directores, guionistas, productores, talleristas, diplomados, un largo etcétera. Muchos de los cuales permanecen activos y creciendo (Gaviria, Gloria Nancy, Arbeláez, Oscar Mario, Osvaldo y Pedro Adrián, Carlos Eduardo, Hugo Restrepo, Rodrigo Lalinde, etc.). Otros fallecidos y memorables: Luis Alberto Álvarez, Aguirre, John Restrepo, Juan Guillermo. Este libro tiene esa ventaja, que cada cual que ha vivido estos espacios con estos habitúes, hace su propio recuento, se mira para adentro, para ver sus amoríos personales y sus íconos en la pantalla; las películas preferidas, los asombros estéticos, las contribuciones para nuestra sensibilidad, nuestros anhelos de creación. Su estructura narrativa, fragmentada en 36 capítulos con identidad propia y autosuficiente, para dejar un estilo literario original, contribuye, a sentirse uno como recorriendo el universo. Un nuevo teatro, un nuevo director, nos impone una moda; nos conmueve con nuevas miradas y nos traslada a una abismal fantasía. Pero cada vez, cada capítulo, hace avanzar el transcurso del tiempo, aferrada a nuestra cotidianidad citadina: el narcotráfico, la política, la criminalidad, las formas de vida familiares, sus estratos y comportamientos. Un libro en el cual nuestro mimado ego, se busca en las líneas, para ver si el autor lo hace merecedor de incluirlo en este gran fresco de una época en que amábamos el cine por sobre todas las cosas, cogidos del brazo del erotismo, el placer, el amor. Causa decepción como en mi caso, que no me menciona ni en las masas anónimas, que hacíamos colas para ver en Cámara de Comercio los ciclos de Bergman, Carlos Saura, etc. Muchos tendrán que comprarlo, por ser objeto físico, por la letra impresa, porque perdurará su buen empaste, su buena hoja, su fino humor, su desparpajo con ecos a lo Henry Miller, Cabrera Infante, Cortázar, Bradbury, Carrasquilla, De Greiff. Historia, ficción, documento, crónica, chisme, polémicas, juicios, elogios. Todo matizado con la experiencia de un gran lector, editor, presentador, aquello que lo hace absolutamente literario y reitero, hecho con voluntad propia, sin rendirle culto al mercado de las editoriales comerciales. Si se trabaja con el cine desde las universidades, si el cine complementa las otras ciencias humanas; la literatura, lleva la ventaja. Un libro tan solo necesita la luz de nuestra retina, el movimiento de los párpados, puede ir a cualquier lado, está junto a la cama, no necesita recargas, ni pagar bandas anchas, ni pilas, interruptores. No, es silencioso, es un árbol que nos da tibia sombra a nuestro merecido intelecto tan selectivo para lo bello, para la felicidad, para la alegría, para la amistad. -No seas cabrón-, murmuró entre dientes una de las cabras-, no te presto mi libro, te lo comerás como a las películas y a aquella cabrita que te presenté. Cómpralo para que degustes de su lectura. Un pedazo de pan, un libro, una mujer. He ahí lo suficiente para pasar toda una vida. El texto, contiene unas 2000 erratas, por la magnitud de información, solo los avezados, los amantes incondicionales del espectáculo, los lectores de revistas y estudiosos, sabrán rastrearlos y darles la merecida corrección. Y en lo personal, recuerden que también es una novela de ficción. He dicho.

Medellín, 6 de febrero de 2015.