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La encíclica del “nuevo teólogo de la tierra”
El documento más importante aparecido en lo que va corrido del siglo XXI, sin lugar a dudas, es la Carta encíclica Laudato Sí (Alabado seas) del papa Francisco sobre el cuidado de la Casa Común, y que termina con esta bella
Oración por nuestra tierra
Dios omnipotente, que estás presente en todo el universo y en la más pequeña de tus criaturas, Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza. Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie. Dios de los pobres: ayúdanos a rescatar a los abandonados y olvidados de esta tierra que tanto valen a tus ojos. Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo y no sus depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción. Toca los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra. Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa, a contemplar admirados, a reconocer que estamos profundamente unidos con todas las criaturas en nuestro camino hacia tu luz infinita. Gracias porque estás con nosotros todos los días. Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.
Escribió El País de Madrid (18-VI-2015), “La primera encíclica de Francisco, Laudato si, dedicada a la “deuda ecológica” contraída con nuestro planeta, ha confirmado, si es que era necesario, que la Iglesia tiene hoy a su frente a un Papa que se escapa a todos los esquemas del pasado. Nos hallamos, en efecto, ante el obispo de Roma más diferente desde los tiempos del apóstol Pedro. Su primera encíclica, que coloca en un mismo abrazo a la fe y a la ciencia, a Dios y a la Tierra y crea un nuevo pecado, el ecológico, podrá hacer estremecer a no pocos católicos tradicionales.”
Hay que resaltar en la oración del papa Francisco, iluminado por san Francisco de Asís, el más puro de los santos de la Iglesia Católica, esta admonición: “(…) seamos protectores del mundo y no sus depredadores, para que sembremos hermosura y no contaminación y destrucción. Toca (Señor) los corazones de los que buscan sólo beneficios a costa de los pobres y de la tierra”, porque ella es una valiente denuncia del salvaje capitalismo financiero dominante hoy en todo el mundo y que pone en peligro la subsistencia misma de nuestro planeta, expresamente condenado en la Encíclica que exige “buscar soluciones concretas a la crisis ambiental (los cuales) suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás”.
Sea bienvenida, pues, esta valiente encíclica del papa Francisco (“el nuevo teólogo de la tierra” como lo saludó El País de Madrid), que denuncia al capital financiero internacional y sus áulicos en todo el mundo como depredadores de la Naturaleza. Ya vendrán los voceros de este (también en Colombia y el Huila) a defender lo indefendible y a atacar al papa por esta enérgica denuncia. Los hombres sensatos y no comprometidos con los perversos intereses mundiales, nacionales y locales, cerramos filas en torno al papa Francisco y haremos que esta Encíclica luminosa tenga la aplicación que merece, porque, sin reducirse a sus propias creencias religiosas, ha hecho un llamamiento ecuménico que, creyentes en otras religiones y también los no creyentes en ninguna de ellas, apoyamos sin vacilación.
Lea el texto completo de la encíclica Laudato Sí (Alabado seas) aquí.