María Cecilia Muñoz Galeano | Juan Felipe Jaramillo
Luis Fernando Macías | Georges Weinstein | Fernando López Rodríguez
“Diente de León”. Medellín, 1955. Médico, Monje zen y haijin. Fundador y director de la Fundación Zen Montaña de Silencio. Fundador y director del Festival Hana Matsuri, festival de cultura japonesa que por 3 años consecutivos se realizó en Medellín. Director de la 7ª Conferencia de la Asociación Mundial de Haiku en Medellín, 2013. Coordinador del taller de haiku “Haiku-Dô Medellín”, que se realiza en el Planetario de Medellín, el segundo sábado de cada mes.
Libro publicado: Chispas de Pedernal (Haiku, 2014).
Libros sin editar: Por la Senda del Platanero, un homenaje a Bashô; Océano adentro; Nubes y lluvias, recreando a Ikkyû; Diálogos sobre una gota de rocío: Ryokan y Sanriki y La Tela de Ariadna.
Frailejón Editores, Medellín – 2014
Chispas de pedernal nace de una vieja fascinación: los ojos de un niño no se cansan de observar cómo al golpe de dos piedras vuelan diminutas aves de fuego que desaparecen al instante. La sencillez del gesto, el valor indecible del acto, la sabiduría transmitida de forma tan directa y espontánea vuelven a aparecer en el encuentro con el haiku. La palabra que no miente, la imagen que no engaña, la sencilla desnudez del universo en que habitamos y que nos habita… Escribir haikus es un ejercicio de renunciación, de silencio, de pobreza, de contemplación y de búsqueda de libertad… Aprender a descubrir y disfrutar la infinita e inagotable riqueza que hay en un grano de arena.
El autor
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Haikus de la muerte
Pobre cigarra
su última cántiga
sobre la llama
Año Nuevo
Año Viejo… Sólo hojas
llevadas por el viento
Mientras muere
la cucarachita aún
agita sus patas
En la tela de araña
el mosquito aún vivo
se agita inútilmente
En el camión
¿mugen o lloran las reses
al llegar al matadero?
Tras la creciente
los cartuchos blancos
doblados bajo el lodo
Ay, qué pena
libélula, el azulejo
viene por su cena
No sabe el gato
que ha dejado huérfanos
a los pichones del tejado
En el nido de copetones
nadie queda
tras la granizada
Cogida de la noche
la abejita revolotea inútilmente
debajo de mi cama
Quietas en la mañana
las hojas de los platanillos
cargadas de rocío
Al deslizarse
la gota de rocío
cada vez más grande
En las montañas
un abrazo suspendido
– gotas de rocío…
En la orilla del río
duermen juntas la niña
y la mariposa
Ante la belleza
callada de la noche
ni una palabra
Transparente
la voz del arroyo
en el alba